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EH, el comic

En una reciente y breve entrevista comentaba (yo) que pasé unos cuantos años dudando entre dedicarme a lo gráfico o a lo plástico. Esto no era exactamente así, lo dije por resumir, la duda fluctuaba entre la pintura y el cómic. Porque alguien puede ocuparse de asuntos pictóricos mientras hace también carteles, ilustra e incluso hace algún pinito en diseño gráfico (y hay gran número de ejemplos entre los artistas que cuentan), asimismo es muy normal entre los dibujantes de cómic hacer lo propio, pero artistas que se dediquen a la vez a la pintura y el cómic y que destaquen en ambos campos, si me dices uno, premio.

El motivo es (creo) que ambas actividades necesitan una gran dedicación si es que piensas abordarlas en serio, y aún si te empeñas, una de dos, o eres un diletante de la pintura o lo eres del cómic. Como muy acertadamente deben de haber pensado, siempre he sido muy aficionado a este último medio, pero he notado que en los últimos años casi no leo tebeos. No, porque solo me dedico a mirarlos, y solo, antiguos o actuales de los artistas que me gustan.

En el ámbito USA, cuna del medio, al menos tal y como lo entendemos, la última novedad destacable para mí (fíjate) es Charles Burns, y aparte de sus clásicos Borbah y variados parásitos del cuerpo humano, estoy siguiendo y comprando su trilogía Tóxico. Compré el Génesis, versión literal, pero de imágenes según el maestro Crumb, y a esta pareja de lo que yo llamaría «Clásicos Modernos Americanos», creo que solo cabría añadir a Jack Kirby, dibujante que siempre me ha fascinado junto a las parrafadas de su socio Stan Lee.

Respecto al cómic europeo me temo que voy a citar lo previsible: Franquín y Hergé con sus retoños Serge Clerc y el malogrado y buenísimo Chaland, Guido Crépax y Liberatore/Tamburini y yendo un poco hacia atrás, aquí en España, Vázquez y Coll, y volviendo, pero no del todo: La Escuela Valenciana (en la actual exposición en el IVAM, rebautizada como Línea Clara Valenciana, que hombre, no te digo yo que no, pero que también me pregunto si era necesario, aunque la gente es que se chifla por poner etiquetas como si se tratara de una exposición de insectos, aunque oye, en el caso de Micharmut, quién sabe), pues La Escuela Valenciana, digo, el niño gamberro de la misma, Mariscal, y para acabar, el integrante único de la escuela mallorquina, el maestro Max.

Y eso es todo, porque del cómic actual, me dirán que estoy gagá, pero es que no me interesa nada. El manga tú, donde todos los personajes tienen la misma cara pero (a pesar de que se supone que son japoneses) con los ojos de Peter Lorre. Y luego está el no-manga, porque para mí el cómic actual se divide en manga y no-manga, o sea, manga por hombro. A veces oigo el sábado, que me suele pillar pintando, un programa en Radio 3, La Hora del Bocadillo. Cuando el dibujante entrevistado parece de los más espabilados, apunto su nombre y luego lo busco en Google. Hasta ahora nunca ha fallado, todos dibujan igual: los personajes poseen un cabezón, con unos rasgos diminutos que suponen ser sus órganos sensoriales, todo sostenido por un cuerpo escuálido. Creo que a poco cómic que hayas visto no vas a confundir un dibujo de Calatayud,con uno de Micharmut o uno de Torres, contemporáneos, y hasta hay quien dice que de la misma tendencia. Sería muy raro. U hoy no te has puesto las lentillas, o no te enteras de nada.

Y acabaré con una confesión: una de las cosas que me disuadió de hacer cómics es que si echas cuentas, para llenar un álbum tienes que dibujar de 300 a 400 veces al mismo personaje con sus expresiones y todo. Pero no pasa nada, porque hay un tío lagarto (el de los spots de Lowi) que dibuja las caras vacías y ya está, y a ese tío los de El País, que a veces son más cursis que la Galería del Coleccionista, estuvieron publicándole tiras todo un verano. Y digo yo que para qué va a dibujar las caras si con la suya hay de sobra.

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