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Y qué buscas tú pelma insolente

Y qué buscas tú pelma insolente

Podríamos comenzar con un «Érase una vez un poeta?» y dejar volar la libre imaginación con el resto, porque eso es lo que, a fin de cuentas, logra provocarnos este espléndido libro del poeta valenciano Rafael Soler, quien ya nos hipnotizó con su Ácido Almíbar, en 2014 con el que ganó del Premio de la Crítica Valenciana el pasado año. Parecía imposible, pero nos ha vuelto a sorprender con la textura de su ritmo y la combinación léxica, tan rica en su producto final que cabe preguntarse si el lenguaje no es en verdad tan infinito como el universo. Se trata, sin duda, de un libro que deja sin palabras cuando lo cierras, pero que, a modo de resaca marítima, te va llenando de significados en tu interior, donde todo adquiere siempre un rango y naturaleza diferentes.

No es un libro experimental pese a todo, pero sí aporta una notoria experiencia de la vida, donde las cosas dichas son realmente las que deberíamos habernos callado y viceversa, pues ahí estriba en parte la purgación posterior de la escritura poética. En consecuencia, sus seis partes, que aglutinan un total de setenta y seis poemas, se van escalonando en tres primeros «cuadernos» donde lo vivencial no quiere dejarse arrastrar por lo anecdótico, sino que aspira a la hoja en blanco, a horadar el papel y la rigidez de la memoria. Luego vendrán las hipótesis (parte cuarta), la ficción y su simulacro (quinta parte) y un epílogo que no quiere ser sino, realmente, el prólogo de la vida auténtica una vez la solapa cierre nuestra lectura.

No es cuestión de recrearse en el juego, sino en sus reglas, que es, en verdad, lo que hace Rafael en este libro: de qué manera nos vamos articulando en nuestra propia puesta en escena, nuestra dramatización sin tintes melodramáticos, nuestra parodia sin ridiculez pero sí con ironía, nuestra sentimentalidad sin sentimentalismos: es decir, nosotros sin nosotros mismos, como el reverso de nuestra identidad teñida del negro de la tinta. Pero como siempre ocurre, una cosa es lo que se hizo y otra muy distinta es cómo contaron la manera de cómo se hizo, por eso toda vida es ejemplar desde su pérdida, de ahí el singular título del libro, que no vacila en auto exculparse del tiempo vivido sin la inocencia intacta, ya que todo fue un reto por sobrevivir a toda una incógnita cotidiana, esa que nos asalta sobre todo en los recovecos de la convivencia diaria.

Pero, por extraño que parezca, eso es exactamente el Olvido: una reconciliación con lo que pudo ser y no fue. Y la palabra, así como el poema, conspira contra tal falacia desde la insistencia de la ficción constante, deformando el recuerdo hasta hacerlo bagaje, experiencia, tatuaje sobre la piel destensada por la edad. Y eso, sin caer en el patetismo, solo puede dar un libro lleno de honda y triste ironía, donde las palabras que nos rodean, altisonantes y desmitificadas, buscan su lugar en el mosaico del poema que es, también, el reflejo de nuestro rostro sin espejo posible. No hay mayor remedio ante el desaliento que la sonrisa más sincera y honda, de ahí que el protagonista de estos poemas no dude en desacreditar los aires grandilocuentes y los tonos sentenciosos de la escritura desde la perspectiva madura de su autor, porque nada es como nos lo cuentan, igual que ese sujeto tampoco es tal y como nos dicen que fue una vez está de cuerpo presente o pasado, según se vea. Nada, pues, resulta más irreal que la muerte, parece decirnos este libro, para confeccionar nuestra identidad, aunque la necesitemos para saber que se dio como tal, pues sin tiempo no tenemos conciencia y sin esta no tenemos noción de existencia.

Rafael Soler no es un poeta típico. Tampoco quiere serlo si lo juzgamos por sus textos: solo busca alcanzar con las yemas de sus versos a un lector o lectora que no deje de emocionarse desde la perplejidad que su gramática particular evoca, donde la puntuación deja paso a la necesidad de detenerse de manera natural, o donde los encabalgamientos solo tienen la guía más audaz de nuestra reflexión. Puede que hayan muchos libros buenos ahora mismo en las librerías, pero este, sin duda, está entre los mejores: quizá si te acercas lo suficiente y lo coges para otearlo, ya no puedas dejarlo en su sitio y te alcancen sus afilados poemas hasta dejarte indefenso.

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