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Horosco-pística

La Horoscopística -así, con hache mayúscula, como corresponde a las grandes disciplinas adivinatorias- es la ciencia que predice nuestro destino, en relación a las posiciones de los astros en el instante de nuestro nacimiento; pero, en especial, el género literario que nos proporciona a cualquier hijo de vecino facultades proféticas.

El Horóscopo moderno significa la democratización de la condición oracular. Ya estaba bien de que sólo pudieran realizar vaticinios los chamanes, los brujos, los druidas, los nigromantes. Con ese género de elitismos hechiceriles no íbamos a ningún lado. La casta vidente amenazaba con destruir nuestro estado del bienestar psicológico; pero el horoscopismo popular no sólo nos ha librado de esa catástrofe y nos ha proporcionado las herramientas para que cada cual sea su propio agorero salutífero, sino que también nos ha regalado el sistema para ser felices de por vida.

Creo en la eficacia taumatúrgica del horóscopo, en la matemática de su precisión y exactitud, siempre y cuando se realice sin ningún apetito de exactitud y precisión, como una variedad literaria más, entre las muchas posibilidades existentes en la literatura infantil de carácter fantástico. Cuanto menos aparato de mediciones y cartas astrales arrastre el horóscopo, más posibilidades tiene de acertar. Cuanta menos prosopopeya zodiacal emplee, más algebraico resulta; porque el simple hecho de escribir la predicción inviste a los redactores de un sacerdocio omnipotente. El universo sucede en un acorde conjunto, de manera que el horoscopista, en el momento de realizar su predicción, constituye una nota más del todo armónico, una sabia corchea que resuena, por ciencia infusa, con infalibilidad musical.

Los grandes horóscopos son los de tres líneas en un rincón del periódico, junto al crucigrama y la cartelera de cine. Los que el redactor de las páginas de Agenda encarga al chico de los recados. Los que escriben en pareja los últimos becarios que acaban de llegar a la revista. Todos esos poseen poderes cabalísticos, estoy seguro.

Me encantaría escribir oráculos de prensa. No te acerques al agua bajo ninguna circunstancia hoy, si no quieres que el agua enmohezca tu espíritu. El amor te aguarda a la vuelta de la esquina, siempre y cuando no le hagas saber a la persona amada en qué esquina de la ciudad debe aguardarte. La suerte, gracias a la predisposición de tu casa astrológica, te busca de puerta en puerta: no tienes más que permanecer despierto, vigilando por la mirilla, hasta que lo mejor dé contigo. El Trígono forma un aspecto de Oposición de 180 grados: No comas alcachofas. Ni la Hora sidérea ni la oblicuidad de la eclíptica te son propicias este mes; por consiguiente, evita los atascos, las sinfonías de Wagner y las habitaciones con gotelé; pero compra lotería y haz punto de cruz mientras ves la tele.

Mi signo del zodíaco es Virgo. Un médium de terrorífica clarividencia me dijo en cierta ocasión, mientras procedíamos al uso terapéutico de la güija, que yo era una criatura afortunada. Posees el mejor signo de todos -me indicó. ¿Por qué? -pregunté yo. Porque puedes dejar de serlo en cuanto quieras -respondió, y se me quedó mirando con ojos de cordero pascual.

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