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Sexo, mentiras y series de televisión

Sexo, mentiras y series de televisión

El escritor Joan Francesc Mira ha dedicado parte de sus investigaciones y creación literaria, desde la ficción, Borja Papa, o la divulgación histórica, Els Borja. Familia i mite, a poner luz sobre las sombras -más que negras- que siguen pesando sobre la familia valenciana que ocuparía el poder en la Italia renacentista. «Es una historia de infamias acumuladas» señala Mira a propósito de la leyenda negra que desde hace más de quinientos años sigue señalando la estirpe Borja. «Es la propia nobleza italiana de la época la que produce los primeros panfletos y lanza una serie de difamaciones contra ellos por tratarse de una familia de origen extranjero que modifica las reglas del poder que regían en Roma». «Si a esto -continúa- se suma el Protestantismo y su denuncia de una curia corrupta, y más tarde, una leyenda alimentada en parte por la tradición literaria a partir del siglo xix, con Victor Hugo y Apollinaire, ese retrato en negro es el que al final ha prevalecido». Y apunta: «Una labor de desprestigio que ha llegado hasta nuestros días». En efecto, el historicismo decimonónico terminó por recrear la atmósfera conspirativa en torno a los Borja con la novela de Hugo que sirvió de inspiración al libreto de la ópera de Donizetti -aunque no se le reconocieron los derechos-, y con el libro de Apollinaire La Roma de los Borgia. Hasta el mismísimo Blasco Ibáñez se dejó sustraer por el mito en su novela A los pies de Venus (Valencia, 1926), y no sería hasta los trabajos de Almela i Vives o del padre Batllori que no cambiaría la tendencia.

En este grupo familiar, conformado por el papa Alejandro VI -Rodrigo Borja-, y sus hijos César y Lucrecia Borgia, es sin duda esta última la que ha segregado más literatura y mitología, acrecentada con el advenimiento de la imagen en movimiento, la ficción cinematográfica y, más tarde, televisiva. Incestos, voluptuosidad, brujería y envenenamientos se dan cita en su figura como señas repetidas. Todavía sin voz propia, la pantalla recoge en una producción alemana de 1922, Lucrezia Borgia (Richard Oswald) con el actor Conrad Veidt como el Papa Borja, y Liane Haid como la disoluta princesa renacentista. Más que por su figura pontificia, Veidt será recordado por clásicos como El gabinete del Doctor Caligari o Casablanca, donde interpretaba al oficial nazi, un papel alejado de su ideología, ya que el actor había huido de Alemania cuando la ascensión hitleriana. Solo dos años después, con el sonoro pisando los talones, la Warner produce Don Juan con John Barrymore como estrella y la actriz Estelle Taylor, una de las grandes figuras del cine mudo, en el papel de Lucrecia Borgia prolongando su figura de mujer pérfida y vengativa.

Con el cine sonoro como gran medio de comunicación de masas la figura de Lucrecia Borgia volvió a las pantallas con el rostro esta vez de la diva del cine francés, Edwige Feuillère, Lucrèce Borgia (Abel Gance, 1935) reproduciendo los mismos estereotipos de las anteriores ficciones cinematográficas. «Resulta curiosa esta leyenda negra sobre ella -señala Joan Francesc Mira- cuando en realidad no fue más que la clásica ´princesita´ del Renacimiento utilizada como instrumento de cambio, como otras hijas de la monarquía y la nobleza de la época, y que acabó sus días en la Corte de Ferrara». Otra diva del cine francés de postguerra, Martine Carol, será la encargada de interpretarla con dirección de uno de los nombres, Christian Jaque, representante de ese cine académico francés contra el que se alzará la Nouvelle Vague.

Desde Hollywood la familia Borgia -o Borja- sigue siendo un argumento apetitoso. Un director exquisito como Mitchell Leisen, en sus horas bajas, realiza La máscara de los Borgia (1949) con Paulette Goddard como la princesa renacentista. Hay que sumar otra producción histórica, El príncipe de los zorros (Henry King), cuyo mayor atractivo es ver al mismísimo Orson Welles como César Borgia. Los siguientes pasos de la estirpe valenciana por la pantalla prosiguen por producciones de serie B y películas pseudo-eróticas: Le notti di Lucrezia Borgia (Sergio Grieco, 1959), con ese sex-symbol bizarro que fue la actriz Belinda Lee; Lucrezia Borgia, l´amante del diavolo (1968) con otro, aunque efímero, sex-symbol, la checa Olinka Berova.

Habrá que esperar más de medio siglo con el boom de las series de carácter histórico cuando los Borgia vuelvan hacer su entrada triunfal en la ficción. Dos serie de idéntico título Los Borgia, volvían a condensar algunos de los tópicos y también falsedades sobre la familia Borja. La actriz María Valverde le ponía rostro español al personaje de Lucrecia Borgia en la película y serie televisiva Los Borgia. Por su parte la cadena Showtime estrenaba en 2011 The Borgias con un reparto encabezado por el actor Jeremy Irons como patriarca de la dinastía y la actriz británica Holliday Grainger como Lucrecia Borgia. Esta serie, subtitulada como «la primera familia del crimen», se basó en la novela The Family (Los Borgia, en español) de Mario Puzo, el famoso guionista de El Padrino, quien a pesar de contar con el asesoramiento de un historiador se decantó por agrandar la falsa leyenda. «El conocimiento de los Borjas reales -señala Joan Francesc Mira- sigue sin interesar a la industria del cine, a cambio, resulta mucho más atractivo prolongar esta leyenda de sangre, sexo y brujería que comenzó en los tiempos del Renacimiento y que se mantiene, como vemos, hoy en día».

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