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La partida de ajedrez de Lenin y Tristan Tzara

La partida de ajedrez de Lenin y Tristan Tzara

Hace ahora, más o menos, un siglo, la ciudad suiza de Zürich era un importante núcleo urbano político y cultural. Ciudad de exilio de políticos bolcheviques y ciudad de emigración de artistas de vanguardia, pues no en balde en la primera quincena del siglo xx, en esa capital vivia refugiado Lenin con su esposa Krupskaia (1869-1939) y residían en esta urbe, entre otros, el poeta rumano Tristan Tzara (1896-1963), los escritores alemanes Emmy Jennings (1885-1948) y Hugo Ball (1886-1927), el escultor Hans Arp (1887-1966) y su novia la artista suiza Sophie Taeuber (1889-1943), etcétera.

Lenin vivía huido tras la Primera Guerra Mundial y un largo periplo de exilios por Berlín y Ginebra antes de llegar a Zürich. Tristan Tzara, participaba por entonces en el proyecto de los artistas alemanes Emmy Hennings y Hugo Ball creadores del Cabaret Voltaire, local social que con fines artísticos y políticos, utilizaron los miembros del movimiento Dadá (1916).

Zürich, fue, en la primera mitad del siglo xx, ciudad de acogida de artistas e intelectuales europeos como Albert Einstein, James Joyce, Thomas Mann, C.G. Jung y la pareja de bolcheviques Lenin y Krupskaya. Alguno de estos creadores del siglo pasado tienen sepultura en uno de los cementerios de Zürich. James Joyce, entre otros.

Sobre los encuentros de Lenin y Tzara se han escrito varios artículos y editado diversos libros. Uno lo escribio Alexander Solzhenitsyn: Lenin in Zürich (New York, 1976). El otro Dominique Noguez: Lenin Dada (Zürich, 1990). De este libro hay una versión española publicada por Península. También se ocupó del tema Willi Gautschi en el libro: Lenin als Emigrant in der Schwyz (Benziger, 1982).

Con todos esos testimonios sabemos que Lenin en el año que estuvo en Zurich aparte de mantener una amplia correspondencia con compañeros bolcheviques en Rusia también escribió el libro El imperialismo fase superior del capitalismo (1917).

Pero la vida cotidiana del exilio suizo de Lenin y su esposa no estuvo limitada a las consultas a la Biblioteca Nacional o a la actividad política propiamente dicha, pues siendo vecino del Cabaret Voltaire en la calle Spiegelgasse, en el centro de la ciudad, parece plausible la tesis de Dominique Noguez, de que contactara con los artistas dadaístas e incluso -como dice la leyenda- echara alguna que otra partida de ajedrez con Tristan Tzara.

Según Hugo Ball: «Cada noche debía oír nuestra música y nuestras parrafadas, no sé si con placer y aprovechamiento». El pintor rumano Marcel Janco dejó escrito: «Entre el espeso humo, el ruido de las declaraciones o una canción popular, hubo apariciones como la de la impresionante figura del mongol Lenin».

El historiador francés Dominique Noguez añade: «Todos los testigos de la época han destacado la ironía de una situación donde la policía a quien vigilaba y hostigaba era a los bromistas de los dadaístas, mientras ignoraba olímpicamente a los que estaban preparando una de las mayores revoluciones de la historia».

Sobre la amistad de Lenin y Tzara y la hipotética partida de ajedrez en Zürich se ha escrito bastante. El escritor rumano Andrei Codrescu en el libro The Postulan. Dada Guide. Tzara & Lenin play ches (Princeton University Press, 2009) dice que a partir de esa partida de ajedrez se «definió el destino de la humanidad».

El novelista español Enrique Vila Matas en la novela Doctor Pasavento (Anagrama, 2005) también hace referencia al tema cuando escribe: «? comencé a subir lentamente por la Spiegelgasse, una calle breve pero bien intensa y pasé por delante del numero doce, la casa donde vivió Lenin antes de la Revolución Rusa. Y me acordé de esa leyenda que dice que un día, al aire libre, jugaron Tristan Tzara y Lenin al ajedrez en esa calle y conjeturé allí mismo lo que pudo ser aquel encuentro entre un representante de la vanguardia de la agitación cultural y uno de la agitación a tiro limpio».

Curiosa historia la del hipotético encuentro de Lenin y Tzara en el Cabaret Voltaire y la partida de ajedrez en Zürich, que ha motivado a escribir a tantos y diversos autores y que incluso inspiró una cancion al cantautor cubano Carlos Varela, titulada: Jaque Mate 1916.

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