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Ilustradores con trazo mágico

Javier Sáez Castán, Premio Nacional de Ilustración 2016 y antiguo estudiante de Bellas Artes en Valencia, regresa con una antológica de sus trabajos a la Universidad Politécnica

Ilustradores con trazo mágico

Somos conscientes, como también lo es la Universidad Politécnica, de esa insularidad que parece rodear la sala de exposiciones del Rectorado, pero el trayecto vale realmente la pena si se trata de ir a ver la exposición del ilustrador Javier Sáez Castán (Huesca, 1962).

La muestra De un lado y del otro. El gabinete del ilustrador permite adentrarse como pocas veces en un universo donde -y espero me disculpe el autor- los personajes son casi lo de menos. Es la magia que trasmiten todas y cada una de las ilustraciones, la seguridad en el trazo, la diversidad de protagonistas, la evolución a la hora de abordar los dibujos, la desbordante imaginación y el colorido. Este último es uno de los elementos más sorprendentes teniendo en cuenta que los ilustradores, en general, tienden a dejar fondos en blanco para resaltar las figuras y el cruce de diálogos. Sin embargo, Javier Sáez, todo un colorista, sorprende con una serie donde sus personajes se proyectan desde unos azules y verdes increíbles, como si estuvieran interpretando una escena teatral y lo que viéramos al fondo fuera el telón aterciopelado del escenario; tienta acercar la mano y sentir la suavidad de la tela. Forma, contenido y color adquieren en sus manos la misma importancia. Solo falta el sonido y en algunos carteles, prestando atención, podemos incluso intuirlo.

Son carteles realizados a lo largo de una trayectoria que en el caso de Sáez Castán ha ido en ascenso constante. El cartel es el resultado de un proceso de abstracción y sintetización de algo mucho más complejo. Su autor debe creer en lo que está haciendo, empaparse de su contenido para después condensar la información en unos pocos trazos. Este «arte utilitario», estos affiches anunciadores de espacios y eventos públicos, ya sean bibliotecas o salones del libro, remiten a una época en la que se le daba importancia como transmisor de conceptos, buenos hábitos, cuando formaba parte esencial de un evento, llámese feria o exposición y se encargaba su ejecución. Aprovechamos estas líneas para dar la enhorabuena al Ayuntamiento de València por estar recuperándolo en sus comunicaciones al ciudadano.

A lo largo de más de un centenar de trabajos la muestra también presenta al ilustrador de libros, en muchas de cuyas series el dibujo es el protagonista absoluto y el color queda relegado a un segundo plano. Unas pocas líneas realizadas en tinta reproducen la magia de ver aparecer un alce alrededor del cual no hay más que papel virgen. Es ahí donde apreciamos la intensa labor que hay detrás de esas pocas líneas, cuando imaginamos al ilustrador encerrado en su estudio y pasando muchas de sus horas realizando boceto tras boceto, observando, investigando, recurriendo a manuales antiguos, a libros carcomidos por el tiempo y las polillas, pero también al universo cinematográfico y a los superhéroes, aquellos protagonistas de los años 30 y 50.

El título, De un lado y de otro invita al espectador a visualizar de un lado el resultado ya publicado, el que nos llega en forma de carteles y libros, y del otro, en medio de la sala de exposiciones, se ha realizado una recreación de lo que que podría ser el estudio del artista con el trabajo de documentación previa, todas esas horas pasadas de introspección, búsqueda, trabajo e inspiración y acumulación de bosquejos.

Llegados a este punto decidimos eliminar ese casi que aparece en líneas previas, cuando mencionábamos que los personajes no eran tan importantes. Lo son. No hay más que fijarse en el animalario universal que se erige sobre sus dos patas y que Javier Sáez realizó junto con Miguel Murugarren; bichos, mamíferos, criaturas incongruentes, soñados a la vez que reales, que tras pasar por la cabeza y las manos de este gran ilustrador llegan a ser casi -ahora sí- humanas.

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