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Apostando por los materiales del futuro

Amanda Moreno (València, 1982) se adentra a través del arte en el universo de la filosofía y la ciencia para cuestionar la infalibilidad de esta última. Lo hace a través de una serie de instalaciones que exponen el papel del propio sujeto como agente modificador de la realidad, así como la plasticidad de los límites materiales y temporales como ocurre con la teoría de las supercuerdas.

Apostando por los materiales del futuro

¿Cuántas veces ha de exponer un artista para llamar la atención de las galerías? ¿Qué tipo de currículum se debe tener para acceder a una feria nacional de arte contemporáneo? Todo aval parece poco, en principio, no obstante es probable que estemos asistiendo a un feliz cambio de paradigma en este ámbito nada menos que de la mano de galeristas valencianos. Amanda Moreno (València, 1982) es la artista con más breve recorrido y sin embargo mayor proyección fichada hasta ahora por la galería valenciana Espai Tactel, que ha apostado fuerte y en cuanto la incorporó este verano a su elenco de representados anunció que la llevará a ARCO Madrid 2018 junto al dúo catarí Christto & Andrew en la sección ferial Opening.

Materials of the Future es la primera exposición en la galería de Amanda Moreno, licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Castilla La Mancha en Cuenca, quien nunca ha expuesto fuera de València, ciudad donde reside y trabaja. Tuvo una muestra individual en el Espai de Creació Jove de Quart de Poblet durante 2015, año en el que también participó en la XVII convocatoria Call para Jóvenes Artistas de la galería Luis Adelantado y ha expuesto recientemente en el marco de la propuesta Distopía General en Las Atarazanas de València comisariada por su hermana Johanna Caplliure, gran apoyo con quien forma un tándem genial.

Hasta el 5 de enero de 2018 puede visitarse en Espai Tactel la individual que consolida el estilo de la artista, una creadora que huye de etiquetas y que emplea diversas técnicas con admirable valor y capacidad de innovar. Esta parece que es la clave, finalmente la innovación y el demostrar el talento a través de las obras es lo que prima en vez de los factores acumulativos de méritos casi burocráticos a los que la mayoría de artistas se ven sometidos para poder exponer. Muy loable semejante ruptura de clichés en favor de la valía del trabajo artístico, sin duda marcando un antes y un después.

Al adentrarnos en la muestra descubrimos un universo complejo de formas aparentemente sencillas, sinuosas, palpitantes. Moreno esculpe y genera instalaciones con una profundidad conceptual muy meditada. Su objetivo primordial es sobrecoger al espectador, interrogarlo, llamarlo a la inmersión en un lugar donde conectar realidades. Entendemos que ella crea, de hecho, lugares que son obra y esa obra tiene base científica. Es lo que sucede cuando observamos la pieza de rotundidad indudable en la sala, al igual que la teoría de cuerdas que articula la obra titulada M is W? (2017), distintos planos configuran dimensiones físicas y temporales. Se basa por lo tanto en las supercuerdas, un esquema teórico para explicar todas las partículas y fuerzas fundamentales de la naturaleza.

La artista interpreta para el presente proyecto una versión de la teoría de cuerdas que incorpora fermiones y la supersimetría, es decir, que define el universo formado por multitud de cuerdas vibrantes. Dichas cuerdas representadas como una especie de frontera que nos pregunta en qué lado de la obra nos situamos, dónde se hallan nuestros cuerpos exactamente respecto de la obra de arte, es un ejercicio interesantísimo. Atravesamos un espacio en el que plantearnos nuestro papel como agentes dentro de los cambios contemporáneos sujetos al pensamiento científico de la mano del arte, desafío que insta a imaginar nuestro futuro en un entorno en el que los avances tecnológicos se incorporan como cotidianidad.

El trabajo de Moreno trata de aproximarse desde diferentes disciplinas a un saber «enciclopédico», al mismo tiempo que cuestiona cualquier parámetro preestablecido, de ahí la constante incursión en sistemas de conocimiento, de los que se vale la artista, para producir subjetividades que deleitan al público en sus distintas formas. A nivel estético la propuesta atrapa y es solo después de ese enganche visual con la instalación cuando de verdad comenzamos a plantearnos qué hay detrás de las sensaciones que nos producen las piezas. Así, paladeando y disfrutando, volviendo una y otra vez a observar desde perspectivas varias, sin un recorrido cerrado sino totalmente libre, es como el público se acerca a los saberes conjugados en las formas. Se trata de una exposición que despierta tanto la curiosidad que invita a regresar, revisitarla, repensarla.

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