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Matsumoto, novela negra japonesa

Matsumoto, novela negra japonesa

La barrera idiomática y la dificultad de los occidentales para entender la distante cultura japonesa han contribuido a que la novela negra nipona sea poco conocida en Europa y América, pese a tratarse de un género muy popular en Japón. No abundan las traducciones al inglés o francés y menos aún al castellano, puesto que la lista de autores japoneses de novela negra o de misterio detectivesco traducidos a nuestro idioma es bastante exigua. Tal vez por el sorprendente éxito actual del cine asiático y de la cultura popular nipona, algunas editoriales españolas se han aventurado a publicar en esta última década obras de autores actuales del policíaco japonés, pero también de clásicos como Kido Okamoto (1872-1939), Edogawa Rampo (1895-1965) o Seishi Yokomizo (1902-1981). En esta emergencia reciente de la novela criminal japonesa, destaca por su calidad literaria Seicho Matsumoto, principal renovador del género durante la década de los 50 y máximo exponente de la novela negra con trasfondo social.

De origen humilde y formación autodidacta, Matsumoto nació en 1909, en Kokura, en la isla meridional de Kyushu, donde se ambientan muchas de sus novelas. Ejerció el periodismo y fue un autor prolífico, con más de 450 obras publicadas a lo largo de su vida. No se limitó al género negro, también escribió novelas históricas, tratados de cultura japonesa e incluso adaptaciones al cine de sus libros. Paradójicamente, no empezó a publicar sus cuentos policiales hasta 1951, cuando ya había superado los cuarenta años, pero la obtención del prestigioso premio Akutagawa, por su libro de relatos Historia del diario de Kokura (Aru Kokura nikki den, 1952), le permitió centrarse en su carrera literaria y ganarse al mismo tiempo el respeto de la crítica y el fervor de los consumidores de literatura pulp. Vinculado a movimientos de izquierda radical desde su juventud y portavoz en sus escritos de los sentimientos anti-norteamericanos y pacifistas de muchos de sus compatriotas tras el traumático final atómico de la II Guerra Mundial, Matsumoto fue un crítico severo de su país al ofrecer un amargo retrato de la sociedad japonesa de su tiempo. En su obra están presentes las tensiones entre las milenarias tradiciones niponas y las importadas modas occidentales, los escándalos de corrupción política, los abusos de poder y las desigualdades sociales derivadas del espectacular crecimiento económico nipón en la posguerra. Pese al peso de la denuncia social, sus novelas mantienen un suspense adictivo, con complejas y alambicadas tramas delictivas que requieren para su resolución las dotes deductivas de un detective excepcional. Sin embargo, sus investigadores policiales tienen profundidad sicológica; viven y trabajan angustiados por el sufrimiento ajeno y sus propias dudas. Sus criminales, en cambio, responden a pasiones extremas: odio, codicia, celos, lujuria, ansias de poder o sed de venganza. Por su productividad literaria y sus ventas millonarias, Matsumoto ha sido comparado con Georges Simenon, aunque también coincide con el novelista belga en su desencantada y pesimista aproximación a la naturaleza humana y en la lacónica sencillez de su estilo. El éxito y la pervivencia de su obra también se reflejan en el centenar y medio de películas y producciones televisivas en las que está acreditado como autor. Entre las adaptaciones cinematográficas más notables destacan Stake Out (1958), Zero Focus (1961), El castillo de arena (1974) y El demonio (1978), dirigidas todas por Yoshitaro Nomura, con quien Matsumoto colaboró como guionista. El creador del género «shakai misuterii» (misterio social), según la definición japonesa, falleció de cáncer en Tokio en 1992.

Matsumoto en castellano

Siempre atenta al descubrimiento de autores contemporáneos inéditos en castellano y a la recuperación de pequeñas joyas literarias ya descatalogadas, Libros del Asteroide dio a conocer a Matsumoto en 2014 con El expreso de Tokio (Ten to sen, 1958), su primera novela extensa y uno de los mayores éxitos editoriales de la época, que se publicó inicialmente por entregas en una revista de cuentos policíacos. La intriga policial parte del descubrimiento de los cadáveres de un oscuro funcionario y una camarera en una playa de la isla de Kyushu. Al parecer, son dos amantes suicidas, pero un detalle que despierta la atención de un viejo policía local y el reciente escándalo de corrupción en el Ministerio en el que trabajaba el funcionario llevan al subinspector Mihara de la Policía Metropolitana de Tokio a iniciar una investigación que le llevará de un extremo al otro de Japón. La misma editorial ha publicado recientemente La chica de Kyushu (Kiri no Hata, 1961), una crítica al sistema judicial japonés, pero también una historia de ambiciones, humillaciones y venganzas implacables. La novela tiene como protagonista a la obsesiva Kiriko Yanagida, una joven humilde que viaja desde Kyushu a Tokio para pedirle al célebre abogado penalista Kinzo Otsuka que defienda a su hermano, acusado de asesinato. Kiriko está convencida de su inocencia y cree que la única forma de librarle de la pena capital es lograr que Otsuka se encargue de su defensa. La negativa del abogado a asumir el caso desencadenará una serie de sucesos tan trágicos como imprevisibles. Pese al tiempo transcurrido desde su publicación, El expreso de Tokio y La chica de Kyushu siguen manteniendo una extraordinaria popularidad en Japón, como lo demuestran sus continuas reediciones y las diversas adaptaciones al cine y la televisión. También han quedado como dos clásicos indiscutibles de la novela negra japonesa, no sólo por la sombría descripción de la convulsa sociedad japonesa de posguerra sino también por sus retorcidas tramas criminales.

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