El pasado mes de abril falleció en su localidad de Almussafes un hombre que no ha ocupado grandes titulares y que, sin embargo, gracias a su actividad «pétrea» muchas realizaciones públicas se han logrado por su pericia, haciendo posibles diseños que le eran entregados. Francisco López Alepuz, que ha muerto a los 85 años de edad, llevó a cabo, por ejemplo, el balcón de piedra de la fachada del Ayuntamiento, en la década de los años sesenta, junto con sus hermanos Salvador —fallecido dos meses antes— y Rafael.

Su padre fue maestro de obras, y a los 18 años empezaron los tres hijos a actuar con las consignas paternas. Y la lista de trabajos públicos llevados a cabo resulta interesante.

Aún recordamos cómo, hace medio siglo, la fachada principal del Ayuntamiento de Valencia no tenía un balcón estable; y para los acontecimientos —Fallas, procesiones, manifestaciones— se instalaba una enorme plataforma metálica.

El alcalde Adolfo Rincón de Arellano consideró que ese «quita y pon» era ridículo; y encargó la construcción del actual balcón en piedra, con las figuras laterales en relieve que había realizado anteriormente Benlliure y que fueron levantadas y colocadas por los hermanos López Alepuz.

Pero su obra en la colocación de grandes moles de piedra no quedó solamente en ello, aunque esto sea lo más llamativo. El mismo primer mandatario municipal fue quien les encargó el enlosado de la Plaza del Ayuntamiento –entonces, aún del Caudillo-, al desaparecer la antigua y elevada «tortada» –así se le conocía popularmente-, y la cerca del Mercado Central que había diseñado Emilio Rieta; levantaron la fuente dedicada al Doctor Moliner en la Alameda, con la enorme cantidad de tubos y chorros de agua; fueron ellos quienes instalaron y desmontaron cuando fue necesario varias cruces de término, tales como las de la pista de Silla o la salida hacia Ademuz; y también en la Gran Vía de Fernando el Católico colocaron la enorme fuente dedicada a un pintor.

Conviene, pues, recordar a estos hombres, y en su cabeza al recientemente fallecido Francisco; pues, si toda obra importante y vistosa necesita de un diseño técnico, hace falta una mano experta que sea capaz de mover bloques de piedra y saber colocarlos debidamente, como mandan los proyectos.