La ONG valenciana Bona Gent sopla velas este mes orgullosa de cumplir 35 años dedicada a la integración y «normalización» de la vida de las personas con discapacidad y sus familiares. Cuando Bona Gent nació no había muchas organizaciones que se ocupasen de apoyar y ofrecer un ocio alternativo a quienes sufrían algún tipo de discapacidad intelectual. Ahora, atienden cada año a más de 1.200 personas que, de un modo u otro, se benefician de las distintas actividades que organizan. «Fundamos la entidad al darnos cuenta de que los discapacitados, aunque podían tener clases y oportunidades de formación o talleres, no tenían una inclusión real en la sociedad ni una oferta de ocio adaptada para ellos. Por eso nacimos: para darles un espacio de libertad y una vida como la de cualquier persona». Así resume Encarna Ros, la presidenta de Bona Gent, el gran objetivo de esta entidad privada.

Para convertirlo en realidad organizan talleres formativos para los jóvenes que no acuden a centros ocupacionales o no tienen trabajo «para que así tengan un objetivo durante el día», explica Ros. Cuentan también con dos viviendas tuteladas en las que atienden a seis chicos y chicas que no viven con sus familiares más próximos. Además, organizan viajes de fin de semana y actividades especiales para que disfruten también de las salidas en grupo. Pero sin duda una de las áreas de actuación fundamental es la promoción de la empleabilidad de todos aquellos que, a pesar de su discapacidad, «tienen mucho que ofrecer», cuenta Ros.

Para ello tienen su propia escuela de adultos para que aquellos que tienen menos dificultades puedan obtener el graduado escolar y a través de convenios de colaboración con entidades privadas de distinta índole buscan empleo a muchos de los jóvenes que están asociados para que puedan tener un empleo y un sueldo como cualquier otra persona.