Lo que han hecho nuestros vecinos franceses para impedir que el Frente Nacional ganara en la segunda vuelta , ya lo hizo en la primera, de las elecciones regionales celebradas en el país galo me parece sencillamente "chapeau". Un claro ejemplo de pragmatismo político.

El Partido Socialista francés ha renunciado a presentar candidaturas en aquellas circunscripciones donde no podía ganar, allanando el camino al partido de Sarkozy para frenar a la extrema derecha. Una estrategia que ha surtido efectos y que ha impedido un mal mayor: el triunfo del Frente Nacional.

El ex presidente francés Nicolás Sarkozy ha expulsado a su número dos por no ver con buenos ojos el pacto.

En nuestro país una alianza de este tipo sería impensable. Ni siquiera para conseguir un objetivo tan loable. Lástima que no seamos capaces de ponernos de acuerdo ni en lo más elemental y andemos todo el día a la gresca, tirándononos los trapos sucios a la cara, a ver quién es más corrupto de los dos.

Hace pocos días salía en la prensa como una hipótesis probable tras el 20 D, una gran coalición entre populares y socialistas, pero sin Rajoy ni Sánchez al frente, y enseguida empezaron los desmentidos en ambas filas, como si se tratara de un pacto con el diablo. En Alemania, conservadores y socialdemócratas forman una gran coalición de gobierno y parece que las cosas no les van tan mal. ¿Por qué nos empecinamos en desdeñarlo aquí?