Conforme avanzan los días la situación en Cataluña se hace cada vez más insostenible. Han transcurrido exactamente 3 meses desde que se celebraron las elecciones y parece que todo siga igual o si me apuran un poco, peor. La CUP sigue sin ponerse de acuerdo sobre si investir a Artur Mas presidente o dar paso con su negativa a unas nuevas elecciones porque de su decisión depende una cosa u otra.

La CUP, con sus 330.000 votos en la elecciones autonómicas, algo más del 8%, tiene la llave de la gobernabilidad en Cataluña. Nadie contaba con ellos, pero ahora son más necesarios que nunca.

Yo no sé si como dice Artur Mas, la CUP no tiene fuerza para nombrar al presidente, pero, desde luego, a tenor de lo visto son protagonistas indiscutibles de la situación, la manejan a su conveniencia, marcan los tiempos y todo pivota alrededor de ellos, como si hubieran sido los verdaderos ganadores de las elecciones. Pero será finalmente el próximo 3 de enero, la cuerda no da para más, cuando el Consejo político de la CUP, algo así como el politburó de los anticapitalsitas, decida si investirá a Mas o no, aunque visto lo visto podría darse un nuevo empate .

Paradójico y esperpéntico a partes iguales, pero la CUP con sus 10 diputados tiene en sus manos el futuro de Cataluña.

Y mientras tanto de los casos de corrupción ni se habla. Todo gira alrededor de investir a Mas a cualquier precio.