Entiendo y comparto perfectamente la indignación de muchos dirigentes socialistas, entre ellos, la de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, pero también la de numerosos dirigentes territoriales, incluso, en la propia ejecutiva de Pedro Sánchez, que consideran una "falta de respeto" absoluta, una intromisión, que el líder de Podemos Pablo Iglesias se inmiscuya en los asuntos internos del PSOE y quiera marcar los tiempos para un hipotético Gobierno con Pedro Sánchez.

Antes, incluso, de sentarse a dialogar con el PSOE tuvo la osadía de convocar una rueda de prensa con sus ministrables, y se reservaba para la formación morada los ministerios de mayor peso como son Economía, Defensa e Interior y en la que él personalmente asumiría la vicepresidencia del Gobierno. Desde Franco no había visto nada igual.

No sé si calificar la postura, de provocación, de soberbia o de prepotencia, pero, desde luego, si piensa que insultando y menospreciando, a quien aspira a ser su socio de gobierno es la mejor manera de acercar posiciones se equivoca.

En política el orden de los factores si altera el producto y antes de perfilar un futuro gobierno, hay que sentarse a dialogar porque lo importante no son los sillones o los despachos ni siquiera los ministerios sino las políticas que se vayan a llevar a cabo para mejorar la vida de los ciudadanos y en este sentido, nada se ha dicho ni hecho. Sólo la ambición de llegar al poder a cualquier precio. Aunque su estrategia no sea otra que la de aniquilar políticamente al PSOE. Y en eso está.

Si Podemos tiene una serie de líneas rojas, que no está dispuesto a sobrepasar, aunque estas líneas rojas como hemos visto cambien de la noche a la mañana, el referendum de autodeterminación en Cataluña, ya no es un obstáculo, tampoco entrar a formar parte de un gobierno, en el que el mesiánico Iglesias no sea el presidente y está todavía por ver, si el plan contra la pobreza sigue siendo una de sus prioridades; también el PSOE tiene las suyas y son igual de respetables. El PSOE se mantiene firme desde el primer momento y es no negociar con los separatistas ni poner en peligro la unidad de España. Y la posición de Podemos en este tema en concreto y en otros en particular ,que tienen que ver, por ejemplo, con la lucha contra el terrorismo yihadista, el euro, nacionalización de sectores estratégicos, la libertad de mercado, la propiedad privada, la libertad de prensa o el pago de la deuda son bastantes ambiguos, cuando no peligrosos.