A lo largo de mi vida he tenido un montón de perros y de todas las razas: braco alemán, yorkshires, dóberman, labradores, caniches, pastores alemanes, pero ninguno como mi perrita Linda, que, precisamente, no obedecía a canon estético alguno, pero que para mí ha sido la perra más guapa del mundo. Recuerdo cuando la recogí en Ossa de Montiel.

Íbamos mi amigo Ramón Ferrero y yo al coto que teníamos en tierras manchegas a poner comida a las perdices. Solíamos subir, por lo menos, una vez al mes a llenar los comederos. Comprábamos el trigo en un almacén de Ossa. Miguelete, creo recordar que se llamaba aquel almacén. Allí estaba Linda. Dormía sobre los sacos de pienso. Siempre fue una perra independiente. Bajaba al pueblo todos los días. Nunca llevó collar. Se conocía la carretera mejor que nadie. El almacén se encontraba a las afueras del pueblo. Llegó a criar unos gatitos, según me comentó la dueña.

Por aquel entonces yo estaba buscando un perro para cazar y Ramón cuando la vio me dijo "agarra la goseta". Ramón tenía buen ojo para los perros y le hice caso. Le pregunté a la dueña si podía quedarme con ella y me dijo que sí. Me encariñé enseguida. No resultó difícil, dado el buen carácter que tenía el animal.

Abrí el maletero del coche y le faltó tiempo para subir. De ahí nos fuimos al coto y me di cuenta enseguida de las buenas dotes que tenía para la caza, sobre todo, para el conejo. No dejaba madriguera sin escudriñar.

De piel canela, complexión fuerte, orejas gachas, rabo largo, ojos grandes y muy expresivos. Si tuviera que definirla con tres palabras diría que era lista, inteligente y valiente. Además, de sagaz, astuta y vivaracha como ninguna. A pesar de su pequeño tamaño se enfrentó en varias ocasiones a dos zorros más grandes que ella y acabó con ellos, sin ser consciente de a qué enemigo se estaba enfrentando. Parece que no, pero los zorros tienen unos colmillos muy largos y afilados y cuando se ven acosados son unos animales muy peligrosos.

Era una excelente cazadora. Muy ágil y rápida. Fuerte como el hierro. Capaz de trepar por una valla con una agilidad endiablada como si tuviera ventosas en las patas.

Quienes tenéis perros entenderéis cómo me siento ahora tras perderla. Ha sido mi fiel compañera durante más de 10 años. La edad la ido privando de movilidad. A pesar de la artrosis que padecía, me seguía a todas partes. No se separaba de mí en ningún momento. Daba igual donde fuera. Todavía oigo sus pasos tras de mí.

Cuando ya la habían desahuciado debido a su delicado estado de salud, me la llevé a una clínica de Alicante que está en San Vicente del Raspeig. Entró con una anemia galopante y muy bajita de defensas. Casi moribunda. Los veterinarios que la atendieron no se explican cómo todavía vivía. Le hicieron una transfusión de sangre y se recuperó un poquito, pero poco a poco se ha ido apagando hasta hoy, que dio su último suspiro.

Mi egoísmo me impidió sacrificarla. Ella sabía que no era un trago de mi agrado y evitó hacerme pasar ese mal trance.

Linda sabía cuando me encontraba triste y a su manera trataba de animarme. Los animales nos conocen más de lo que nosotros creemos. Igual que saben manifestarnos sus estados de ánimo detectan también los nuestros. Son seres muy sensibles. Decía Antonio Gala que" los perros habían sido sus verdaderos hijos " y habían tenido la paciencia de haber vivido con él.

Gala a parte de un gran escritor, poeta y dramaturgo ha sido un gran defensor de los animales. No entiendo como hay gente que es capaz de causarles daño. Para mí, mis perros son parte de mi vida. No la entendería sin ellos. Y también han tenido la santa paciencia de aguantarme.

Linda siempre ha sido una perra independiente. A pesar de tener la finca vallada, a ella le gustaba entrar y salir con total libertad. No había obstáculo que se lo impidiera. Muchas veces se descolgaba por los barrotes de la puerta principal para salir o acceder a la casa. Andaba por la carretera mejor que muchos peatones. Cuando veía venir un coche se echaba a la cuneta.

Podría contarles miles de anécdotas. Momentos inolvidables que he pasado a su lado.

He sentido su pérdida con mucho dolor y tristeza. Como el que pierde a un miembro más de su familia o a un ser querido. Porque para mí los perros son parte de mi familia. Me han dado muchas satisfacciones en la vida y siempre he aprendido algo de ellos. Y en muchos casos me atrevería a decir, que ojalá nos pareciéramos más a estos adorables animales. Nos irían mucho mejor las cosas. Son fieles compañeros, se conforman con bien poco y a cambio nos dan muchas alegrías.

Linda ha sido una perrita muy especial para mí. Nunca la olvidaré. Me ha hecho pasar momentos fantásticos. Gracias, Linda.