Si finalmente se convocan de nuevo elecciones será la constatación más evidente del fracaso de la clase política, incapaz de sentarse a dialogar para llegar a acuerdos.

El escenario político ha cambiado radicalmente desde el pasado 20-D, con un Parlamento muy fragmentado y que requiere de acuerdos para poder gobernar. Se acabaron las mayorías absolutas y ha llegado el momento de la política de pactos porque así lo han decidido los ciudadanos en las urnas.

Ir de nuevo a otras elecciones, a parte del enorme gasto económico que ello supondría, alrededor de 160 millones de euros, que bien podrían destinarse a otro fin, dejaría un escenario político muy parecido al actual.

Negarse a sentarse a negociar está pasando factura a la economía española porque el riesgo de incertidumbre sigue sin despejarse, dos meses después de haberse celebrado las elecciones. Los inversores extranjeros no pondrán un euro en España mientras no se aclare el panorama político y se asegure su estabilidad. Sólo en el mes de diciembre retiraron 19.000 millones de euros. También las empresas están empezando a resentirse.

Ni Podemos ni el PP lo han comprendido y tratan de poner todo tipo de trabas y obstáculos al acuerdo suscrito entre el PSOE y Ciudadanos, que probablemente no llegue a ningún lado, si no se suman otras fuerzas políticas, pero desde luego es un primer paso necesario, que algunos tratan torticeramente de dinamitar porque siguen pensando más en los intereses personales y de partido que en el interés general.

A Podemos sólo le interesa el reparto de sillones y ministerios. Apelar al diálogo y levantarse de la mesa a la primera de cambio o romper todo tipo de negociación porque ha habido un preacuerdo con Ciudadanos demuestra a las claras la poca capacidad de diálogo y la intransigencia de la formación morada, que prefiere continuar obstaculizando la gobernabilidad de España y de frenar cualquier iniciativa de progreso y reformista.

El PP, por su parte, sigue sin querer coger el guante que le ha lanzado Ciudadanos. Y ante este panorama de bloqueo constante a cualquier iniciativa que busca sumar apoyos, lo más amplios posibles, y ante la negativa por parte de estos dos partidos a facilitar las cosas y a entenderse, es más que probable que en junio haya de nuevo elecciones. Y volveremos a estar donde estábamos.