Imponer una sanción económica a España, que podría ascender a 2.000 millones de euros más la congelación de las ayudas europeas por incumplir el déficit en 2015, cuando otros países como es el caso de Francia e Italia también lo han incumplido sistemáticamente, pese al fervor alemán y de algunos socios europeos para castigar a España y Portugal, no solo es injusto sino que, además, contribuye a exacerbar aún más el sentimiento antieuropeo, tras la salida de Reino Unido de la UE y la petición de otros países, como es el caso de Holanda y de Austria de celebrar referéndums sobre la continuidad o no en la UE.

Al final es probable que no haya sanción, y tenga razón Luis De Guindos, pero sí una serie de medidas, que tendrá que poner en marcha el nuevo gobierno, condicionada, sin duda, a la subida de impuestos para cumplir con el objetivo de déficit y contentar a Bruselas.

El auge de la extrema derecha y de los populismos, que defienden la salida de sus países del euro es más preocupante en estos momentos, que el desvío en unas décimas del déficit público y de que no cuadren las cuentas.

Por eso creo, sinceramente, que Europa debe resolver primero estas cuestiones, que tienen que ver mucho con su futuro y su integridad, primordiales para el devenir de Europa y de todo Occidente y no ceñirse meramente a temas económicos, que se resolverán, como ocurre en todos los ciclos económicos cuando se supere la crisis. Y para ello es fundamental apuntalar las medidas de calado social y apostar por políticas expansivas y de crecimiento frente a los recortes y la austeridad que sólo han traído desigualdad y miseria.

Es obvio, que Europa no pasa por su mejor momento.

La crisis económica a nivel mundial ha creado mucha desigualdad, recortes sociales y ha sido el detonante para que los partidos antieuropeos, antisistema, xenófobos y racistas, que hace poco tiempo tenían una presencia meramente testimonial en las calles , hoy sean alternativas serias, a la vez que preocupantes, de futuros gobiernos, como es el caso del Frente Nacional en Francia.

El auge de los populismos tiene mucho que ver con la política económica de austeridad, perjudicial para los intereses de los ciudadanos de la UE, con una crisis que se ha hecho crónica y donde ninguna de las medidas que se han aplicado ha conseguido poner fin a la recesión.