Podemos se ha sumado a la propuesta que hizo Pedro Sánchez de crear un nuevo impuesto a la banca, que grave los beneficios de las entidades financieras, con el que se espera recaudar 1.000 millones de euros anuales, destinados a reducir el abultado déficit de la Seguridad Social (15.500 millones en 2018). Y otro impuesto dirigido a las transacciones financieras, con el que pretenden recaudar entre 1.600 y 2.000 millones de euros adicionales.

El argumento es de peso e incontestable desde todos los puntos de vista. Si los ciudadanos salimos al rescate de la banca porque ese dinero, contrariamente a lo que se nos dijo lo hemos pagado de nuestros bolsillos, es lógico que ahora que ha remitido la crisis y las entidades financieras han salido a flote y están más saneadas, gracias al esfuerzo de todos nosotros, sean ahora ellas, quienes salgan al rescate de los ciudadanos. Y qué mejor manera de hacerlo que contribuyendo con sus plusvalías al beneficio social de los que peor lo han pasado durante la crisis.

La banca o mejor dicho los banqueros sin escrúpulos han sido los responsables directos de la enorme crisis que se fraguó y que como consecuencia de ella se recortaron brutalmente los derechos sociales.

El PP, sin embargo, prefiere seguir machacando a la clase media de este país con más impuestos, en lugar de revertirlos y poner la mirada en los verdaderos causantes.