El presidente de EEUU Donald Trump continúa con su inquina personal contra los medios de comunicación, a los que ha calificado en reiteradas ocasiones como enemigos del pueblo. Ningún otro presidente de EEUU había llegado tan lejos en sus descalificaciones o tan bajo para deslegitimar a los medios de comunicación.

Ni Richard Nixon, que se vio obligado a dimitir como presidente de la principal potencia mundial por el escándalo Watergate, llegó tan lejos en su odio hacia la prensa libre.

El último episodio ha tenido lugar durante una rueda de prensa en la Casa Blanca donde una periodista de CNN fue vetada por el presidente Trump al considerar que le formulaba "preguntas inapropiadas". Su obligación es la de atender y contestar a todas las preguntas que le formulen, sean incómodas o no. Le pregunten sobre la trama rusa o sobre sus escarceos sexuales.

En un acto de campaña, esta vez en Florida, otro periodista de CNN fue abucheado por los asistentes. En Pensilvania donde el presidente Trump intervenía en una acto de campaña electoral no tuvo reparos en señalar a los periodistas allí congregados con su dedo acusador como si fuera el mesías que viene a salvar al mundo del apocalipsis. "Ellos son las noticias falsas y asquerosas", espetó a una multitud que le escuchaba enfervorecida., mientras los asistentes agitando brazos y banderas coreaban: "CNN apesta".

Esta ola de intolerancia, sectarismo y populismo rancio y barato pone en peligro el trabajo diario que realizan los periodistas para informar y formar a la sociedad. Pero por muchas trabas que ponga a la prensa libre e independiente, al final siempre prevalece la verdad.