Si Pedro Sánchez no cesa a su ex ministro de Transportes José Luis Ábalos no solo estará dando munición a la oposición sino que, además, dejará en papel mojado todo ese discurso que ha estado manteniendo en la legislatura y que le llevó a ganar una moción de censura contra Mariano Rajoy, precisamente por la corrupción y donde decía que sería implacable en su lucha. Como dice el refrán: el movimiento se demuestra andando.

Le toca a Sánchez aplicar lo que pedía para otros cuando los casos de corrupción salpicaban al PP. Como bien decía Ángels Barceló en su programa de Hoy por Hoy: No sirve ser implacable solo con la corrupción del otro. Es con la propia con la que se tiene que demostrar el compromiso.

Aunque en el PSOE ya le han enseñado la puerta de atrás, Ábalos sigue aferrado a su acta de diputado. Que ya no sea ministro, no le exculpa de sus responsabilidades políticas, máxime cuando el caso que hemos conocido estos días, Ábalos era secretario general del PSOE.

Pero, además de cesar a Ábalos, el Gobierno debe dar explicaciones de manera urgente sobre los contratos que se dieron en plena pandemia por valor de 54 millones de euros y de los que Koldo García ha sido uno de los grandes beneficiados en ese entramado de comisiones en pleno Covid cuando en España morían cientos de personas al día.

El ex ministro de Transportes José Luis Ábalos no está acusado de momento de nada, pero es responsable políticamente de tener a su lado a un personaje que pasó de portero de puticlub a consejero de Renfe y a ser su persona de confianza. Motivos sobran.