Después de escuchar al presidente del Gobierno Pedro Sánchez y a todos sus ministros  decir que la Amnistía no tenía cabida en nuestro ordenamiento jurídico y que en España se cumple la ley en todo el territorio nacional, ahora les escuchamos decir todo lo contario, sin el menor pudor y con toda la indecencia del mundo.

Sánchez y el Gobierno han traspasado todas las líneas rojas a cambio de un puñado de votos.

Con esta Ley de Amnistía, el independentismo sale más reforzado. No es verdad que se haya hecho para mejorar la convivencia en Cataluña ni para resolver el conflicto político entre Cataluña y el Estado español. La única razón de esta ley es que Sánchez continúe instalado en La Moncloa.

La cesión al independentismo catalán pone en riesgo uno de los pilares fundamentales del Estado como es la separación de poderes y la igualdad de los españoles ante la ley. La injerencia de un poder sobre otro, señalando desde el Gobierno a jueces y magistrados, con nombres y apellidos, hace un flaco favor a lo que debe ser el normal funcionamiento en cualquier democracia, como es la separación de poderes.

El cambio de opinión de Pedro Sánchez nos puede salir muy caro a todos los españoles. Después de la Ley de Amnistía vendrá el referéndum de independencia y volverán a utilizar los mismos argumentos que emplearon con los indultos, la malversación o la amnistía. Que todo se hace para mejorar la convivencia en Cataluña.

Mientras tanto, el Estado se queda sin instrumentos legales para combatir desde la aplicación de la ley, actos como los tuvieron lugar el 1-O en Cataluña. Como muy bien dice el periodista Eduardo Sotillos, la amnistía genera las condiciones para que celebrar el referéndum quede impune, incluso aunque no hubiera un acuerdo con el Gobierno que tampoco es descartable.

ERC reconoce que ahora están en mejores condiciones para celebrar el referéndum de lo que lo estaban antes de la Ley de Amnistía. Y tienen razón. Ahora no existe ningún impedimento legal para que lo vuelvan a intentar, solo que esta vez, sin el menor temor a que puedan ser condenados al no existir delito. Sánchez ha conseguido desarmar el estado de Derecho.

El independentismo catalán ha salido más reforzado con esta ley, que les da más fuerza ante nuevas reivindicaciones. La ley de amnistía apuntala el relato independentista de que el Estado les reprimió y vulneró sus derechos. Están ganando la batalla de la propaganda.

Sánchez como ha vuelto a demostrar una vez más está dispuesto a cualquier cosa por un puñado de votos que le aseguren su poltrona, aún a costa de poner en peligro la integridad territorial de España.

Ningún presidente del Gobierno ha llegado tan lejos en su afán por perpetuarse en el poder. La mentira ha sido su principal arma política. Su palabra no tiene ningún valor. Nos mintió cuando nos dijo que no pactaría con Unidas Podemos porque no podría dormir tranquilo e hizo a Pablo Iglesias vicepresidente del Gobierno. Nos mintió cuando dijo que no pactaría con los herederos de ETA. Nos mintió cuando dijo que traería a España a Carles Puigdemont para ser juzgado por los tribunales de Justicia. Nos mintió con los indultos y nos ha vuelto a mentir con la Ley de Amnistía. ¿Cómo le vamos a creer ahora cuando dice que no habrá referéndum de independencia?

El problema de faltar a la verdad es que pierdes toda la credibilidad. Y Sánchez no tiene ninguna.