Con la farsa de las elecciones celebradas en Rusia, sin oposición porque o bien están en la cárcel o sus candidatos han sido asesinados, Vladimir Putin revalida un nuevo mandato, el quinto, para los próximos seis años, sin rivales políticos y con la guerra de Ucrania, sin un ganador claro, pese a las últimas victorias militares en el frente ruso.

Putin ha respondido al posible envío de tropas de la OTAN a Ucrania que ha hecho el presidente francés Emmanuel Macron, con el uso del empleo de armas nucleares, si Rusia se ve amenazada por parte de las potencias occidentales. No es la primera vez que el dictador ruso amenaza con utilizar armas nucleares.

El aviso de Putin a Occidente, si la OTAN envía tropas a Ucrania, cosa que hasta el momento no ha hecho porque Ucrania no es un país miembro de la OTAN y la ayuda se ha limitado meramente al envío de armamento militar, podemos entenderlo como una posición de fuerza e intimidatoria respecto al resto del mundo, dado que Rusia es la primera potencia nuclear, o como una amenaza real.

Europa no puede hacer caso omiso a estas amenazas, como muy bien recordaba la ministra de Defensa Margarita Robles porque es una amenaza total y absoluta no solo para los países limítrofes sino para Europa en su conjunto.

Desde la Guerra Fría, la carrera armamentística entre Rusia y EEUU ha sido siempre con carácter disuasorio entre ambas potencias. El uso de estas armas significaría la destrucción del planeta. Las bombas nucleares que emplearon los americanos contra Hiroshima y Nagasaki y que supuso la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial son inferiores en su capacidad destructiva respecto al armamento nuclear que hoy tienen las principales potencias nucleares.

La reelección de Putin es una farsa porque no se han producido en un contexto de libertad para los partidos políticos y la oposición. Se han puesto urnas en las ciudades ocupadas, bajo vigilancia del ejército.

En el otro lado del charco, las amenazas de Donald Trump de provocar un baño de sangre si no es elegido presidente de los EEUU, complica aún más el delicado escenario internacional.

El asalto al Capitolio y numerosas causas que tiene pendiente con la justicia no han impedido a Donald Trump presentarse a una nueva reelección. La principal democracia del mundo se tambalea sobre sus propios cimientos. Cuatro años después de las elecciones, Donald Trump sigue sin reconocer su derrota electoral ante el demócrata Joe Biden.

La probable victoria de Trump en las elecciones presidenciales de noviembre frente a un candidato como es Joe Biden supondría un cambio radical en la política exterior y concretamente en la ayuda militar que EEUU está proporcionando a Ucrania y que son la base para que Ucrania siga resistiendo a la amenaza rusa.

El mundo puede cambiar radicalmente con nuevas amenazas, mientras que aquí preferimos hablar de Ayuso, Puigdemont o del caso Koldo.