El asesinato de siete cooperantes de la ONG del chef José Andrés que viajaban en un convoy humanitario para llevar alimentos a la población gazatí que se está muriendo de hambre es un paso más en la brutalidad que está empleando el ejército israelí contra la población civil, evitando la entrada de ayuda humanitaria.

Tras seis meses de guerra, Netanyahu no ha conseguido ninguno de sus objetivos: Acabar con Hamás y liberar a los más de 200 ciudadanos israelíes que todavía permanecen secuestrados en manos del grupo terrorista. La presión de los familiares secuestrados es cada vez mayor y es quizá por ahí por donde pueda venir algún tipo de presión hacia el régimen de Netanyahu que ha movilizado a más de 300.000 reservistas.

El primer ministro Netanyahu quiere prolongar la guerra todo lo que pueda porque sabe que cuando termine podría acabar en la cárcel por las imputaciones de corrupción que pesan sobre él.

Con más de 32.000 palestinos asesinados, la mayoría mujeres y niños, la imagen internacional de Israel está por los suelos. Israel que es una democracia consolidada en una zona del mundo donde predominan los regímenes teocráticos y totalitarios no está actuando conforme a los principios que deben regir un estado democrático, que pasa por el respeto a los derechos humanos. Israel tardará décadas en recuperar el respeto de la comunidad internacional.

Israel que contó desde el primer momento con todo el apoyo internacional, incluido España, cuando el 7 de octubre sufrió un brutal ataque terrorista de Hamás que costó la vida a 1.400 personas ha perdido toda la razón en su derecho a la legítima defensa porque lo que está haciendo en la Franja de Gaza es acabar con una población. Deberían haber aprendido la lección de la historia cuando el holocausto nazi acabó con la vida de más de seis millones de judíos.

Es necesario que se establezca cuanto antes un embargo económico y el cese de la venta de armamento militar a Israel. Solo el aislamiento internacional puede poner fin a tanto horror.

La posición de España en este sentido, pidiendo el reconocimiento de los dos estados, y la adopción de medidas diplomáticas contra el régimen de Netanyahu, cada vez apoyadas por más países, son el camino para forzar a Israel a un alto el fuego en la zona.