Al borde del inicio del otoño y con los habituales episodios de gota fría a la vuelta de la esquina, muchos de los barrancos de la Ribera y el Camp de Morvedre siguen llenos de suciedad y cubiertos de vegetación, elementos que se convierten en un obstáculo para la evacuación de aguas en caso de fuertes avenidas.

En el caso de la Ribera, esta situación de abandono ha hecho estallar a muchos de los ayuntamientos gobernados por el PP, que no dudan en culpar a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) de poner en riesgo la seguridad de sus vecinos por la falta de limpieza en los cauces.

Algunas de las poblaciones llevan más de dos años reclamando acciones en los puntos más conflictivos, sin que éstas se hayan llevado a cabo por la falta de presupuesto de la confederación, organismo competente en esta materia.

El municipio más afectado es Alzira, con cerca de un centenar de barrancos en su término municipal. El equipo de gobierno denuncia que la CHJ no ha efectuado la limpieza necesaria en los últimos tiempos, a pesar de que el consistorio reclama insistentemente desde hace dos años que lo haga en la Murta, l'Estret y la Casella.

La mayor parte de los barrancos situados en la zona alta de El Camp de Morvedre están llenos de maleza y suciedad que los convierte en un foco de posibles incendios e inundaciones, en caso de fuertes lluvias. La situación es tal que los alcaldes de la Mancomunitat de la Baronia han decidido "plantarle cara" a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) dada "su falta de actuación en la limpieza de los barrancos, pese a ser responsable de su mantenimiento", tal como declaraba el alcalde Albalat dels Tarongers y presidente de la mancomunitat, Filiberto Prats (PP). Y ello a pesar de que muchos son del PP.

El alcalde de Gilet, Juan Carlos Vera (PP), se mostró crítico con la confederación y reconoció que lleva casi dos años a la espera de que la entidad le dé permiso para poder actuar en la zona con fondos de la Diputación de Valencia. "Son todo un peligro, tanto de inundaciones como de incendios", apuntaba.

A esta crítica se suman los alcaldes de Algar de Palància, Torres Torres, Segart, Algímia d' Alfara y Petrés, entre otros, quienes están dispuestos a respaldar las acciones que se consensúen para lograr una intervención inmediata en los barrancos. "Lo que no es de recibo es que se tarde tanto tiempo en dar un permiso, van demasiado lentos y encima tampoco pueden realizar ellos el trabajo cuando las actuaciones que se solicitan son urgentes", decía Julio Sánchez (PP), alcalde de Petrés.

El caso más sangrante es el de Gilet, dada la situación de abandono en el que se encuentra el barranco de la Maladita y la proximidad de éste al casco urbano, a tan sólo cuatro metros de distancia de dos urbanizaciones. Este tramo de barranco entre ambas áreas está lleno de matorral, y cañas; "todo un peligro tanto de incendio como para las posibles avenidas de agua", comentaba el alcalde.