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El abandono de uno de los baluartes económicos de los Serranos

Chulilla ya no puede presumir de balneario

El agua del río Túria inunda la planta baja y los destrozos son evidentes desde la travesía que rodean el perímetro de las instalaciones termales

Chulilla ya no puede presumir de balneario

Totalmente a su merced. Así se encuentra el balneario de Chulilla. A merced de los ladrones que roban el cableado y de los vándalos que destrozan los baños, y cristales que se encuentran a su paso. A merced del rio Túria cuyo torrente fluye junto al balneario, y su agua se cuela en la planta inferior, antiguamente el hall, la recepción y uno de los comedores del hotel. Cualquiera podría entrar a explorar lo que queda del balneario de Chulilla. Tan solo un pequeño salto en las vallas que lo rodean sería suficiente para que quien se aventure pueda explorar unas instalaciones que fueron referencia en el mundo termal.

A pesar de estas facilidades, las puertas de la recepción están encadenadas. Un cartel de una empresa de vigilancia y una señal de prohibido el paso decoran la entrada intentando ahuyentar quien se acerque. Y es que el balneario tiene su propiedad en litigio. Desde el abandono por parte de la antigua gerencia, Termas de Fuencaliente, hay una pugna judicial que no deja clara la titularidad del mismo. Consultado por Levante-EMV, el doctor Xavier Marí, antiguo dueño de la empresa concesionaria, declaró que no quiere «saber nada del balneario, yo ya entregué las llaves en delegación de Gobierno y eso es un episodio que ya ha pasado en mi vida». Por su parte, el alcalde de Chulilla, Vicente Polo, tampoco quiere asumir la propiedad al estar pendiente de la decisión judicial.

Y es que por el abandono que sufre, el consistorio está en contacto con la Guardia Civil para evitar más expolios. El pasillo que recibía a sus visitantes, ahora está cubierto por las enredaderas y más que una zona de descanso parece un retorno a las abandonadas instalaciones de InGen en Jurassic Park. También se puede observar el complejo subiendo una rampa que da a la ermita de Nuestra Señora de la Estrella. La puerta está cerrada gracias a una gran piedra en el suelo. Si se continúa el camino que rodea las instalaciones, unas vallas de obra tratan de obstaculizar la entrada, pero con los costados libres al paso.

El edificio más moderno, presenta signos claros de haber sido víctima del expolio. Desde los ventanales exteriores se observan televisiones, camas, mobiliario, vidrio,? Gran parte del material se encuentra por los pasillos, ya que hace mucho tiempo que nadie echa una ojeada. A pesar de esto, y de los destrozos evidentes, aun queda mobiliario en condiciones. No sería de extrañar que alguien se encontrara un sin techo durmiendo en su interior.

Desde fuera se ve un pasillo acristalado que conecta un edificio con otro, albergando en los mismos habitaciones de hospedaje. Una escalera de moqueta estructura la unión de los edificios, ubicando en la planta inferior el hall, mientras que por arriba se situaría el centro termal y la clínica.

El suelo del hall está lleno de agua, la Fuente de los Baños de Chulilla ya no fluye por su cauce sino que brota por dos agujeros situados en la pared a diez centímetros de altura. Otra cocina destrozada, custodia el acceso a la piscina exterior. Rodeada de una frondosa vegetación, el color del agua es similar a las plantas que lo rodean. Desde la zona trasera de la travesía y que rodea el perímetro del balneario, se puede vislumbrar una instalación acuática que tenía pinta de haber sido un importante espacio de recreo para los clientes del balneario. Un auténtico lujo convertido en un gran desperdicio.

Termas y clínica, eran el atractivo

Pero la joya de la corona está en el edificio que alberga las termas y la clínica. En mitad de la escalera moqueteada, debería continuar una sala de lectura con unos sillones anaranjados que daría acceso a otra planta superior con más habitaciones. El centro acuático donde antiguamente los residentes se podían relajar, mantiene sus estructuras termales. Chorros de presión, duchas circulares, vaporarium, salas de hidromasaje y de vapor seco, lo que viene siendo una sauna, pueblan las instalaciones termales. Un recinto de esplendor que era el mayor atractivos para los clientes. El complejo se completa con una piscina cuya escalera de madera demostraba lo remozado de las caldas. En la actualidad, trastos viejos, despojos de los maleantes rellenan el espacio antes ocupado por el agua.

La clínica, otro de los puntos clave para atraer principalmente a huéspedes de avanzada edad, mantiene camillas, espejos y zuecos esparcidos a lo largo de su extensión. Un símbolo del estado de un balneario que fascinaba a la provincia de València y que espera el final de procedimiento judicial para arrancar de nuevo, pero cuanto más tarde sea, mayor será el sobrecoste de la recuperación. Por no hablar del bien que le haría a Chulilla el retorno de sus huéspedes...

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