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Memoria histórica

El campo de concentración de Serra

Miles de republicanos atrapados por el bando franquista en Alicante fueron trasladados a Portaceli para conseguir identificarlos

Imagen de 1949 del hospital Doctor Moliner de Serra, años después de que fuera empleado como campo de concentración entre 1939 y 1942. l'eixam edicions

Ahora es un hospital. El Doctor Moliner, de Serra. Allí se atiende a día de hoy a pacientes de larga duración, crónicos o terminales. Sin embargo, entre 1939 y 1942, ese mismo edificio ubicado cerca del Monasterio de Portaceli que ahora se usa para cuidar a la gente se utilizó con unos fines mucho más siniestros: fue un campo de concentración del régimen franquista.

No hay mucha documentación sobre este tipo de instalaciones utilizadas por Franco durante la posguerra. Sin embargo, el trabajo realizado por la Associació Stanbrook. Centre d'Estudis i Documentació de la Memòria Històrica, El Camp de Concentració de Portaceli (1939-1942), revela la existencia de uno de estos campos que, según el coordinador del trabajo, Rafael Arnal -que inició la investigación en 2006 junto a la documentalista Pilar Molina, fallecida en 2008, y la continuó con David Coronado, entre otros-, «fue posiblemente el más importante de todo el franquismo».

¿Por qué era tan importante? «En Portaceli había menos presos que en el de Albatera, por ejemplo, pero era el más importante no por la cantidad, sino por la calidad, por la relevancia de los presos que allí había», explica Arnal. Entre octubre de 1939 y enero de 1943 pasaron por el campo de Serra entre 12.000 y 14.000 detenidos -«todavía no lo podemos saber con exactitud», admite Arnal-, de los que buena parte de ellos eran diputados en las Cortes, alcaldes, coroneles, oficiales, comisarios... que habían tratado de huir del avance del bando franquista durante la Guerra Civil. Entre todos ellos destacaba el rector de la Universidad de Valencia y diputado en las Cortes, el Doctor Peset Aleixandre.

¿Y por qué acabaron estos presos en Serra? Los últimos barcos que consiguieron huir ante la inminente victoria franquista zarparon desde Alicante. Allí se dirigían todos aquellos que trataban de huir, y entre ellos se encontraban sobre todo los de la última línea del frente republicano. En un primer momento, cuando fueron apresados los trasladaron a Los Almendros y, después, a Albatera. Cuando la falta de alimentación, la situación insalubre y las enfermedades ya eran insostenibles decidieron enviarlos a otro lugar con un único cometido: identificarlos uno a uno. «Los prisioneros no decían quiénes eran para que no los pudieran condenar. Por eso Franco los mandó allí y pidió saber quién era cada uno de ellos. El de Portaceli era un campo, sobre todo, de identificación», señala Arnal.

Para ello, el régimen franquista empleó las instalaciones de un hospital para tuberculosos que también fue usado como campo de prisioneros por los republicanos. Allí, según Arnal, «en cada habitación en algunos momentos llegó a haber 32 personas». «Por el día los bajaban al campo y por la noche los subían para dormir». Y durante ese tiempo algunos infiltrados trataban de delatarlos. Tardaron tres años en identificarlos a todos. Muchos fueron fusilados -como el doctor Peset-; otros, encarcelados; y quien tenía suerte lograba algún salvoconducto para ser liberado.

¿Y por qué se sabe tan poco de estos campos? «Franco vio que en Nuremberg los condenados fueron los dirigentes de los campos de concentración, y por eso quiso ocultar tanto los suyos», deduce Arnal. Ahora, en 2018, su obra, que ya cuenta con su versión en documental audiovisual -«el primero sobre un campo de concentración franquista»-, da luz a aquella época oscura para que nunca nadie la olvide.

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