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Està la collita en l'aire, i si apedrega nos fot

La devoción por los Benisants, els Sants de la Pedra, san Abdón y Senén, es bien patente y está muy documentada en el territorio valenciano

Està la collita en l'aire, i si apedrega nos fot

Reseu als Sants de la Pedra, tingueulos contents en tot, que està la collita en l'aire, i si pedrega nos fot», dice el saber popular valenciano, cuya surtida y variopinta fiesta se celebra el 30 de julio.

Desde la Edad Media, la devoción y veneración por los Benisants, els Sants de la Pedra, san Abdón y Senén, es bien patente y está muy documentada en el territorio valenciano -persiste con fuerza podría decirse- a pesar de que dichos santos se han caído del catálogo oficial que maneja el Vaticano, porque, dicen ahora, no hay muchos datos y faltan pruebas de su existencia. Por ello, Pablo VI en 1969 hizo una purga en el santoral y dio de baja a unos cuantos, los más dudosos. Ganas de marear y falta de faena que deben tener algunos monseñores de Roma.

En síntesis, por los Gozos que se les canta en Sueca, ciudad de la que son patronos canónicos, fueron dos hermanos persas del siglo III d.C., que murieron mártires por su profesión de fe cristiana, en el coliseo romano, en una de las persecuciones del Imperio Romano contra seguidores del cristianismo. Tan milagrosas fueron sus tumbas, que se optó asignarles la tarea de proteger los campos y cosechas contra las inclemencias meteorológicas, sobre todo contra los episodios de fuerte pedrisco.

Conforme se iba extendido el Reino cristiano de Valencia por conquista del Moro, los nuevos colonizadores impusieron su religión, lengua y cultura trayendo a estos lares devociones populares a los santos y vírgenes, que en el siglo XVII fueron consolidándose mediante la implantación de cofradías religiosa, a la par que se vaciaba la ciudad de moriscos, todos ellos expulsados. Era una nueva etapa en la sustitución del Islamismo por el cristianismo.

El nuevo Dios, los nuevos santos, debían hacerse cargo de la calidad y rentabilidad del campo, aparte de defenderlo de los peligros que le amenazaban. Los nuevos colonizadores decidieron que fueran los hermanos mártires Abdón y Senén los hacedores de esta nueva etapa de nuestra historia religiosa, por imperativo de las costumbres tuteladas por una sociedad que era teocrática.

Se apuntaron a advocarse hacia els Sants de la Pedra la inmensa mayoría de los pueblos rurales, pidiéndoles protección ante las inclemencias meteorológicas, y que hoy aún continúan su larga y emotiva tradición, como es el caso de Teulada, Carpesa, Vilavella, Benimaclet, Pobla del Duc, Picanya, Cocentaina, Sueca, Sagunt, Bellreguard, Albalat dels Sorells, Almoines, Massarrojos, Almoradí,€

Los de Sueca les tienen dedicada preciosa ermita sobre una colina, la montanyeta dels sants, en medio sus arrozales para que los santos hicieran de pararrayos o espanta tormentas y no les destrozaran las cosechas los «nubarrones malos» hoy llamados integrantes de una ciclogénesis.

Carpesa fue la gran favorecida en la fortísima pedregà de 1730, de manera que se sigue celebrando el Día de Acción de Gracias por haberles librado lo santos de la tremenda granizada. Otro caso curioso, similar, fue el ocurrido en Almoradí donde atribuyeron a estos Benisants el que dejara «libre de piedra» todo el término en la pedregà que asoló la comarca en 1892. Es más, tienen observado allí que difícilmente les cae pedrisco por especial favor de los santos.

La fe y devoción por estos santos entre las gentes del pueblo no se pierde, a pesar de que a la Iglesia oficial le ha dado por dudar de ellos y cuando se barrunta tormenta de granizo a ellos los labradores se aclaman para no quedarse sin cosecha. Además, en Castielfabib, tienen añadida otra fórmula más para garantizar el éxito defensor, lanzan al vuelo la campana Guillermina, que ésa si se pone inexorable, firme y decidida frente «a los rayos, centellas, y malas nubes».

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