El centro de visitantes del Castillo de Sagunt lleva casi un año esperando la reanudación de las obras necesarias para dotarlo de luz y de algo mucho más importante: Permitirle abrir sus puertas al público después de estar desde 2010 acabado y cerrado, sin poder utilizarse, con todo el deterioro que ello ha supuesto para esta instalación que, además, incluso recibió un premio internacional por su diseño.
Ahora, esos trabajos de suministro eléctrico están ya cerca de reanudarse, según aseguraban desde la Conselleria de Cultura a preguntas de Levante-EMV. La razón es que la dirección general de Cultura y Patrimonio ya ha dado luz verde al nuevo proyecto, después de que la aparición de unos restos arqueológicos obligara a modificar el trazado inicial. Por tanto, solo queda recabar el visto bueno final de otros departamentos de la Generalitat, como la Abogacía o Contratación, para que las tareas puedan retomarse.
Antes de que ese hallazgo paralizara todo antes del pasado verano, la mayor parte de esa conexión de luz estaba realizada, según la Conselleria, y sólo quedaba un 30% pendiente de hacer.
No obstante, nadie en Sagunt esperaba entonces que ese imprevisto fuera a provocar una paralización de casi un año en unos trabajos que, inicialmente, se consideraban menores. Por ello, este retraso en la reanudación de los trabajos ha provocado numerosas críticas tanto vecinales, como de colectivos preocupados por el patrimonio y hasta de partidos del mismo gobierno local como Compromís.
Apertura prevista en 2019
Todos ellos coinciden en recordar que, en 2018, la administración autonómica anunció que el centro de visitantes se abriría al fin a mediados de 2019 y, sin embargo, un año después, ni siquiera tiene todavía luz.
Aún así, tras casi un año con las obras de suministro eléctrico paralizadas, se inicia ahora una nueva cuenta atrás para reanudar estos trabajos que permitirán activar al fin una vieja aspiración de la ciudad: La puesta en marcha de un Centro de Visitantes del Castillo donde se pueda dar información a los visitantes que permita entender su historia de más de 2.000 años y todos sus rincones; un edificio que, además, ofrezca servicios tan básicos de los que aún carece el recinto, como unos lavabos en condiciones y no portátiles.
