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Diez años de lucha contra el fascismo "cuerpo a cuerpo"

La asociación de memoria histórica de Quart de les Valls recupera la biografía de Àngel Gaspar, un vecino que combatió contra Franco y en operaciones de la Resistencia aún hoy recordadas

Diez años de lucha contra el fascismo «cuerpo a cuerpo»

Su vida da para un guión de cine, aunque estremece pensar en todo el dolor y sufrimiento que sufrió en la vida real Àngel Gaspar Inglada, un vecino de Quart de les Valls que luchó diez años contra el fascismo «cuerpo a cuerpo» tanto en España como en Francia.

Primero lo hizo al alistarse como voluntario en el ejército de la República con solo 19 años y combatir, entre otros, en el sangriento frente de Teruel. Luego, al verse obligado a huir a Francia, acabó en la Resistencia de un país ocupado entonces por los nazis e incluso en 1944 fue nombrado jefe del grupo con graduación de sargento del ejército galo, después de que antes de 1939 lograra ese mismo rango en la academia militar de Barcelona.

Justo dos días antes de ese último ascenso, el 23 de junio de 1944, Ángel había participado en una acción en la región de Alvernia que las autoridades regionales aún hoy conmemoran institucionalmente: La liberación de patriotas en la prisión de Riom.

Este presidio estaba en manos de los nazis y obedecía al régimen de Pétain. Como explicaban desde la asociación de memoria histórica El Molí de Quart de les Valls, que ha rescatado la biografía de Àngel, «allí había entonces 114 presos, incluidas 16 mujeres y unos 30 condenados a muerte». Pero los grupos de la Resistencia se enteraron que iban a ser deportados la mañana del domingo del 13 de agosto de 1944 ·y, a las 2:15 de la noche anterior, 77 hombres, entre ellos Àngel, se reunieron frente al cementerio de Saint-Georges-de-Mons para sacarles de allí».

Disfrazados de alemanes

En la operación combinaron picaresca y habilidad, pues un grupo de guerrilleros de la Resistencia vestidos con uniformes alemanes se hicieron pasar por la Gestapo. «Cuando el guardián abrió un poco la puerta, hicieron estallar la cadena y consiguieron neutralizar al guardián. Posteriormente cortaron las líneas telefónicas aislando la prisión del mundo exterior y procedieron a neutralizar a todo oponente para enfrentarse por último al director de la prisión quien inicialmente se negaba a dar las claves. Finalmente abrieron las celdas y fueron llevados a un campamento clandestino. En tan solo 12 minutos, 114 detenidos fueron liberados sin causar bajas, trasladados en dos autocares y dos camiones; un hecho difundido entonces incluso por la británica BBC», añadían desde El Molí.

Antes de esto, desde 1940 a 1943 estuvo en el Grupo de Trabajadores Extranjeros y, paralelamente, desde noviembre de 1942 hasta junio de 1944, formó parte de una organización clandestina llamada la «Unión Nacional Española». Ésta operaba realizando sabotajes y pequeñas operaciones contra los alemanes, distribuía prensa entre los españoles y organizó el grupo de «Guerrilleros Españoles Reconquista de España».

Pero en junio de 1944 Àngel dio un paso más y se incorporó junto con más españoles en los FTP franceses (Francotiradores Partisanos) y en las FFI (Fuerzas Francesas de Interior).

Además, siguió participando en otras operaciones y en el tráfico de armamento entre los partisanos que operaban clandestinamente contra los alemanes en el interior de Francia hasta 1945.

Curtido en el frente

Atrás quedaba su llegada al país vecino en el frío invierno de 1939 cuando, con la caída de Cataluña, atravesó la frontera en febrero junto con miles de personas que tuvieron que esquivar el continuo acoso por aire de la aviación alemana, que no dudaba al ametrallar en plena fuga a miles de exiliados indefensos, en su mayoría población civil, incluidos mayores y niños.

Desde su llegada a Francia hasta diciembre de 1939, fue internado en diferentes campos de refugiados de Barcares, Saint Cyprien y Gurs instalados, como otros, para controlar el alud de cerca de 500.000 exiliados republicanos que pasaron la frontera. Aunque las condiciones eran pésimas y muchas personas murieron de tifus o desnutrición, la piel de Àngel ya se había curtido antes, en el frente, luchando por la República. Hasta allí había llegado con 19 años tras alistarse como voluntario en el ejército en la «Columna de Galán» junto a otros 6 jóvenes de Quart de les Valls: Cristòbal Albiach Llusar, Manolo Mascarós Llueca, José Segarra Escobar, Enrique Heredia Andrés, José Gómez Roig y Germán Doménech Ramírez. Con ella, estuvo en el frente de Teruel y resultó gravemente herido, ya en la rebautizada 22 Brigada Mixta. Sin embargo, se recuperó y volvió al combate de nuevo hasta que, finalmente, en Francia fue desmovilizado un 31 de marzo de 1945.

Siempre con ideales muy claros, Àngel Gaspar Inglada ya de joven se afilió a la FUE (Federación Universitaria Escolar), una organización estudiantil fundada como alternativa a la hegemónica Asociación de Estudiantes Católicos (AEC), pues como h ijo de una familia de comerciantes medianamente acomodada, pudo estudiar en el instituto de los salesianos de Borriana. Desde aquel momento, los valores republicanos le acompañaron toda su vida y, tras el golpe de estado de julio de 1936, se integró como secretario de administración del partido Radio Comunista de Quart de les Valls, creado en agosto de ese año. Luego, como representante de este colectivo, entró a formar parte del Comité Ejecutivo del Frente Popular de Quart de les Valls que tomó el control en la localidad, aunque allí estuvo poco más de un mes al optar por irse al frente.

Sus convicciones no le abandonaron tras el final de la II Guerra Mundial y siguió militando en el Partido Comunista en el exilio. Instalado en la ciudad de Limoges, se casó con una mujer vasca, tuvo dos hijos y rehizo su vida como tornero, un oficio que aprendió después de la guerra. Sin embargo, «vivió con decepción el abandono de los países democráticos en la restauración de la democracia en España y no poder acabar así con el último reducto europeo fascista del general golpista Franco», recordaban desde la asociación de memoria histórica El Molí.

Considerado prófugo

Como muchos españoles, tardó 23 años en poder volver a Quart de les Valls «al estar clasificado por las autoridades locales franquistas como desafecto al régimen y prófugo».

En 1962, con la disminución de la represión, al fin volvió a abrazar a su familia. En la plaza Mayor le recibieron entre lágrimas y aplausos decenas de familiares y vecinos.

Àngel solo realizó dos viajes más en España durante la dictadura y además de no poder estar más de un mes de visita en España, tenía la obligación de acudir los sábado al cuartel de la Guardia Civil de Quartell.

A partir de la Transición en España, se dejó ver más por su país y asistía a menudo en época de elecciones a los primeros mítines del Partido Socialista en la localidad. En 2011 acudió a la nueva constitución del Partido Comunista en Quart de les Valls y fue homenajeado por sus integrantes, como contó entonces Levante-EMV. En 2013 se le rindió otro reconocimiento y fue el encargado de inaugurar, junto con su amigo y quinto Manuel Aragonés, una exposición realizada por un vecino sobre la historia de los republicanos de Quart de les Valls.

Àngel pasó sus últimos años de vida en su pueblo y murió en diciembre del 2014 a los 96 años «sin haber llegado a tener ningún reconocimiento institucional en la población, pese a que se intentó», recodaban desde El Molí. No obstante, con Aragonés, fue el motor de esa asociación de memoria histórica que ahora integran más de 80 personas de toda la comarca. Por tanto, su legado continúa vivo.

26 años hasta volver a ver a su familia

Siempre con ideales muy claros, Àngel Gaspar Inglada ya de joven se afilió a la FUE (Federación Universitaria Escolar), una organización estudiantil fundada como alternativa a la hegemónica Asociación de Estudiantes Católicos (AEC), pues como h ijo de una familia de comerciantes medianamente acomodada, pudo estudiar en el instituto de los salesianos de Borriana. Desde aquel momento, los valores republicanos le acompañaron toda su vida y, tras el golpe de estado de julio de 1936, se integró como secretario de administración del partido Radio Comunista de Quart de les Valls, creado en agosto de ese año. Luego, como representante de este colectivo, entró a formar parte del Comité Ejecutivo del Frente Popular de Quart de les Valls que tomó el control en la localidad, aunque allí estuvo poco más de un mes al optar por irse al frente.


Sus convicciones no le abandonaron tras el final de la II Guerra Mundial y siguió militando en el Partido Comunista en el exilio. Instalado en la ciudad de Limoges, se casó con una mujer vasca, tuvo dos hijos y rehizo su vida como tornero, un oficio que aprendió después de la guerra. Sin embargo, «vivió con decepción el abandono de los países democráticos en la restauración de la democracia en España y no poder acabar así con el último reducto europeo fascista del general golpista Franco», recordaban desde la asociación de memoria histórica El Molí.


Considerado prófugo


Como muchos españoles, tardó 23 años en poder volver a Quart de les Valls «al estar clasificado por las autoridades locales franquistas como desafecto al régimen y prófugo».


En 1962, con la disminución de la represión, al fin volvió a abrazar a su familia. En la plaza Mayor le recibieron entre lágrimas y aplausos decenas de familiares y vecinos.


Àngel solo realizó dos viajes más en España durante la dictadura y además de no poder estar más de un mes de visita en España, tenía la obligación de acudir los sábado al cuartel de la Guardia Civil de Quartell.


A partir de la Transición en España, se dejó ver más por su país y asistía a menudo en época de elecciones a los primeros mítines del Partido Socialista en la localidad. En 2011 acudió a la nueva constitución del Partido Comunista en Quart de les Valls y fue homenajeado por sus integrantes, como contó entonces Levante-EMV. En 2013 se le rindió otro reconocimiento y fue el encargado de inaugurar, junto con su amigo y quinto Manuel Aragonés, una exposición realizada por un vecino sobre la historia de los republicanos de Quart de les Valls.


Àngel pasó sus últimos años de vida en su pueblo y murió en diciembre del 2014 a los 96 años «sin haber llegado a tener ningún reconocimiento institucional en la población, pese a que se intentó», recodaban desde El Molí. No obstante, con Aragonés, fue el motor de esa asociación de memoria histórica que ahora integran más de 80 personas de toda la comarca. Por tanto, su legado continúa vivo.

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