Una de las causas por las que Compromís se ve obligado a hacer de oposición a Sánchez es porque suelen sentirse ninguneados por los socialistas, admiten. La oposición al Gobierno suele ejercitarse tanto en Madrid (con los portavoces en el Congreso y en el Senado, Joan Baldoví y Carles Mulet, respectivamente) como en València.
Especialmente antes de elecciones, diputados de Compromís pusieron en la diana al Gobierno en las Corts para desgastar al PSOE. Pero en las últimas semanas lo han vuelto a repetir con una serie de preguntas en las Corts sobre la posición de los socialistas respecto a la posibilidad de instaurar peajes blandos en las autovías. Esta semana, el diputado Josep Nadal pidió abiertamente la dimisión de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, por decir que el Open Arms no tenía permiso para rescatar inmigrantes, y otra diputada en las Corts, Nathalie Torres, llegó a asegurar que Calvo y la ministra de Interior, Margarita Robles, deberían comparecer ante los tribunales.
El senador Mulet ha preguntado si entre 47 millones de españoles no hay nadie mejor preparado para ser vicepresidente del Gobierno. Mulet sacó el viernes otro frente contra el Gobierno habitual de los meses de agosto, la necesidad de que las confederaciones hidrográficas acometan la limpieza de los barrancos para evitar inundaciones, otra responsabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez.
Con el trasvase Tajo-Segura, Compromís también ha chocado con los socialistas al rechazar la iniciativa del Gobierno de dar voz en el comité de explotación a los pueblos ribereños de los embalses de Entrepeñas y Buendía, una reivindicación histórica de estos municipios, pero que diluye la voz de las administraciones valencianas, algo que el PSOE niega.
