Los primeros presupuestos del Botànic II serán restrictivos, pero algo menos de lo previsto en un primer momento. La presión de las conselleries de Compromís (principalmente, de la vicepresidencia y Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas) para lograr algo de margen para el gasto social ha surgido efecto y el departamento que dirige Vicent Soler ha optado finalmente por abrir la mano con el fin de cerrar un acuerdo que debe ser aprobado hoy en el pleno del Consell. Al cierre de esta edición, el pacto se daba por hecho, aunque no sellado, a falta de los inevitables flecos. Es la liturgia botánica en la negociación de las cuentas, con algunos departamentos (el de Mónica Oltra es el señalado habitual) rascando los últimos euros.

El presupuesto de 2020, envuelto en una sucesión de vaivenes por la audencia de Gobierno en España (la idea de la prórroga del de 2019 imperó durante días) y culminado en un ambiente ya de campaña electoral (10N), ha puesto al Botànic en una situación de alta tensión. La solidez del ejecutivo tripartito quedaría tocada cinco meses depués de constituirse de presentarse hoy (fecha límite para elevar las cuentas a las Corts) sin un anteproyecto pactado.

Las concesiones finales suponen un incremento del gasto total de la Generalitat que oscilará entre el 0,9 y el 1,7 %. En cifras absolutas, teniendo en cuenta que el presupuesto no financiero de la Generalitat (sin la parte destinada al pago de la deuda) ha sido de 16.708 millones en 2019, el aumento puede llegar a casi 285 millones de euros.

Aunque la negociación de flecos y detalles se prolongó durante la tarde de ayer, el proyecto presupuestario pasó al mediodía el primer filtro (el de la reunión de secretarios autonómicos y subsecretarios) y quedó listo para ser sometido al pleno del Consell de hoy condicionado al informe de la comisión delegada de Hacienda.

La mayoría de las conselleries cerraron sus cuentas a primera hora de la tarde y la negociación continuó en los departamentos 'sociales', para los que la vicepresidenta Mónica Oltra pedía más margen de gasto para atender compromisos concretos: ampliación de plazas escolares de 0 a tres años, dependencia y refuerzo en sanidad, en concreto, en atención primaria. Compromisos, remarcaban en su departamento, que habían sido asumidos por el president, Ximo Puig, en las Corts el pasado jueves cuando anunció que habrían nuevas cuentas.

El tira y afloja entre Oltra y un departamento de Hacienda maniatado por la delicada situación financiera de la Generalitat ha condicionado estos días la negociación, que ha vivido momentos difíciles. Para evitar la sensación entre el resto de conselleries de un trato preferencial hacia las conselleries de Compromís, ayer se produjeron dos movimientos de calado. El de la propia Oltra, que sumó a Sanidad en su reivindicación de más gasto, y el de Hacienda, que ofreció al resto de departamentos un pequeño respiro.

Un «regalo» colectivo

Así que algunos departamentos se encontraron con el regalo de algunos millones que ya daban por perdidos. Con todo, y a falta de los detalles que se conocerán tras el pleno de hoy, las cuentas públicas de 2020 serán las más austeras de la era Puig, aunque finalmente no estén tan cerca del crecimiento cero.

La clave de cómo conciliar ambas cuestiones (la petición de Oltra de aumentar el gasto y el compromiso del presidente de unas cuentas congeladas) podría estar, según las fuentes consultadas, en el capítulo uno.

En principio, el gasto de personal no crecerá a la espera de nuevos presupuestos del Estado o de un decreto que habilite la actualización salarial a los funcionarios, fijada en su momento en el 2 %. Esta partida, que en 2019 se incluyó en el capítulo de gastos diversos, podría no aparecer en las cuentas. Sería incorporada posteriormente (al haber cuentas del Estado) mediante una generación de créditos. Esto permitiría a Hacienda evitar tener que compensar este crecimiento del gasto y dar cabida a parte de las peticiones de Compromís. Del decrecimiento previsto al crecimiento discreto.