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El Rincón de Ademuz despierta entre dudas

Solo un local de hostelería abre en la capital comarcal mientras el resto mantiene la persiana bajada por las limitaciones

Una trabajadora del chiringuito los Arenales atiende a Marc Inglés y Patricia Berenguer, ayer. juan hernández

El Rincón de Ademuz se acostó el viernes por la noche con la tristeza de seguir en la fase 0. La comarca depende del departamento de salud del Arnau de Vilanova y, como tal, no pasaba al siguiente estado. Eso generó un movimiento político - encabezado por el presidente de la mancomunidad y alcalde de Castielfabib, Eduardo Aguilar, y apoyado por otros como la alcaldesa de Vallanca, Ruth Sánchez- que solicitaba acogerse a la disposición adicional primera del Real Decreto 514/2020 donde aseguraban que aquellos municipios que constituyen enclaves «recibirán el tratamiento propio de la provincia que les circunda, sin que sea obstáculo que ésta pertenezca a comunidad autónoma distinta a ala de aquellos». Es una definición perfecta de la situación de Ademuz y pocas horas después, la comarca se sumaba a los 10 departamentos valencianos que habían pasado de fase.

Ayer, el Rincón amaneció con un ánimo distinto. No puede decirse que hubo demasiados reencuentros familiares ya que los habitantes de esta comarca, en su mayoría viven todos aquí o sus familias en València o Barcelona, donde los desplazamientos aún no están permitidos. Sin embargo, la otra gran medida de esta fase, la apertura de los bares, sí que pudo ejecutarse.

Se hizo de manera parcial. En Ademuz, capital comarcal, solo abrió uno de la decena de bares y restaurantes que hay. Las limitaciones en el decreto dificultan su apertura: solo pueden abrirse las terrazas y no es esta una zona donde haya muchas por su climatología, por lo que los bares, si tienen, son demasiado pequeñas: a lo sumo podrían colocar una o dos mesas. Ni siquiera Casa Domingo, uno de los restaurantes míticos del pueblo, ha querido abrir. «No saben ni si volverán a poner en marcha el hotel, que es el único de la comarca y a ver dónde se meten los turistas que vienen a pasar el fin de semana», lamentaba un vecino.

Solo el Chiringuito Los Arenales, en una zona verde junto al río Túria, decidió abrir. Pudieron colocar una treintena de mesas con sus respectivas distancias de seguridad y a la hora de comer había una decena ocupadas. En una de ellas estaba Guillermo Garrido, quien se alegraba de poder volver a estar al aire libre tras más de 50 días confinados. «Lo echaba de menos», reconoce. Él, además, regenta una casa rural en Casas Bajas, Los Garridos, y ve un futuro negro: «Solo nos queda pensar que se fomentará el turismo local porque si no, no se qué vamos a hacer», lamentaba.

Guillermo comía junto a Pepa Sanchís, quien reconocía haber venido a comer a Los Arenales por «curiosidad» de ver el despertar del pueblo y para agradecerle a Tente, el propietario, «toda la música que nos ha puesto cada día a las 8 de la tarde desde su casa de Ademuz».

En una mesa contigua, Patricia Berenguer y Marc Inglés disfrutaban de su comida al sol tras casi dos meses de reclutamiento en su casa de Arroyo Cerezo. Allí llegaron el día 13 para pasar el fin de semana y no pudieron volver a salir. Son de Tàrrega, en Cataluña, y con la ropa de un fin de semana y una lavadora rota, han vivido la verdadera experiencia de vivir con poco en un pueblo: "Hemos lavado a mano la misma ropa durante todo este tiempo y hemos criado y colocado en familias a 7 crías de una perra que apareció allí, ha sido toda una experiencia", explicaba Marc.

«En Arroyocerezo son 7 habitantes contándonos a nosotros y hemos estado de collons», reía Marc. Él regenta un restaurante en Tàrrega, cerrado con la cuarentena y Patricia se dedica a la construcción como autónoma, por lo que el trabajo no ha supuesto un verdadero hándicap para quedarse aquí.

Mientras, algo más arriba de la montaña, en Vallanca, el bar social también decidió abrir sus puertas. La clientela no fue demasiado fluida -son un centenar de habitantes - pero Bernardo Fernández, de El Santerón, era optimista. «Para los clientes de siempre es un alivio volver a los bares», explicaba mientras servía dos mesas llenas de amigos y amigas. Fernández reconoció que estos dos meses los ha pasado «regular» porque ha supuesto «mucho gasto», pero confía que con la apertura de la terraza todo mejore. De hecho, el espacio al aire libre le ha sido cedido por un vecino y está justo enfrente del local. En la mañana de ayer pasaron por allí «una decena de personas» porque «la cervecita no sabe igual en casa que en el bar», explicaba.

Uno de los clientes, Mariano Eslava, estaba contento por estar de vuelta en su bar de referencia y aseguraba que el confinamiento en Vallanca lo han llevado muy bien. «Hemos estado esperando al coronavirus pero no ha llegado», bromeaba, aunque reconocía que había habido varios constipados sin más importancia.

Tan leve y poco distinta a la realidad habitual ha sido el confinamiento en Vallanca que Mariano se enteró ayer mismo que el bar volvía a abrir. «Hemos pasado por aquí y hemos decidido sentarnos, no sabíamos ni que estaba hoy en marcha», bromeaba.

Incertidumbre del verano

La cuarentena dejará varios locales en Ademuz cerrados. Así lo cree la alcaldesa de Vallanca, Ruth Sánchez, quien teme una lenta recuperación de la comarca. Prioritariamente se dedican a la agricultura, la ganadería y la construcción, sectores no demasiado afectados por la crisis sanitaria y las restricciones del estado de alarma, pero los negocios que sobreviven del turismo, como bares, restaurantes, casas rurales y hoteles, no despertarán del letargo. «Confíamos en el verano, pero todavía no tenemos protocolos ni directrices», explicó la alcaldesa. No saben si podrán abrir la piscina municipal para dar servicio a las más de 400 personas que habitan en este pueblo en verano.

Es todo una incógnita que ayer ya quedó patente en el letargo que se respiraba en la comarca. En Ademuz no hubo euforia en los primeros pasos hacia la «nueva normalidad»; ni bares abiertos, ni comercios llenos de gente. Aunque estén ya en la primera fase, todo indica que habrá que esperar a las siguientes.

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