Sobre el suelo hay representado un mapa; alrededor, militares uniformados de camuflaje con mascarillas y sillas a una distancia de metro y medio. «Antes de la pandemia hacíamos estas reuniones en espacios cerrados, en gimnasios, por ejemplo, que la grada permite una mejor visibilidad, pero no cumplíamos las medidas, así que lo hacemos aquí», explica el teniente coronel Noguera, jefe de sección del Cuartel General de Despliegue Rápido de la OTAN de Bétera, señalando el tinglado al aire libre. «También estarían todos más pegados», añade. El Ejército ha tenido que adaptarse a la epidemia para sus maniobras. Ayer, en la Base Jaime I se hizo una prueba del ejercicio Deployex II/20, el segundo de este año, el primero desde el estado de alarma, una preparación de montaje de un puesto de mando avanzado según las normativas de la OTAN. El objetivo es continuar como Cuartel General Conjunto con Función de Despliegue a Gran Distancia antes de pasar en 2022 a Cuartel General de Cuerpo de Ejército para operaciones de combate convencional que podría enviar hasta 50.000 efectivos al conflicto. A los más de 14 kilómetros de fibra óptica, los 90 de cable UTP, la instalación de 400 ordenadores y el despliegue de más de 100 tiendas de campañas colectivas en menos de una semana se le han sumado medidas anticovid como doblar el ancho de las entradas al Puesto de Mando o colocar cubos con agua y desinfectante para limpiar las suelas de los zapatos antes de entrar.
Hasta el simulacro de ataque al puesto de mando, según explicó el teniente coronel del Batallón de la Policía Militar, Pérez Cortés, sufre cambios: «La detención se hace con los mismos protocolos de seguridad sanitaria con los que actúa la Policía Nacional en estos momentos», explica mientras un policía militar hace la demostración de inmovilización de un atacante. Pero no solo se han adaptado a la pandemia por el ejercicio de ayer en el participaron hasta 200 militares de 11 nacionalidades distintas. Tal como indicó el teniente coronel Rosales, jefe de uno de los batallones del cuartel general, esa labor de despliegue y montaje de tiendas «fue ofrecida a las autoridades civiles. Este tipo de instalaciones tienen una dualidad en su uso, pueden ir a combate, pero también se puede ofrecer a situaciones civiles», indica Rosales. En concreto, un montaje con capacidad para hasta 1.000 personas. «No se requirió, pero sigue a disposición por si hiciera falta», expresa al tiempo que añade que estuvieron acomodando polideportivos para las personas sin techo. «Esto sirve de entrenamiento», dice. El teniente general Fernando García-Vaquero Pradal puso de ejemplo la Operación Balmis durante el Estado de alarma y aseguró que el cometido del cuartel general es «ser empleado donde haga falta y responder ante cualquier tipo de situación» porque «siempre estamos en condiciones de ofrecer». Otro ejemplo son los rastreadores al señalar que a partir de octubre será el Ejército de Tierra el que asuma la labor de rastreo que actualmente está haciendo la UME en la Comunitat. «La UME es la punta de lanza, pero tiene una capacidad limitada», alegó el teniente general, quien aseguró que los 30 uniformados de la UME serán sustituidos por 150 soldados del Ejército de Tierra que se están formando ahora y que tendrán que hacer «un esfuerzo que no se resuelve en un día». Todo ello se hará «bajo la coordinación de la Conselleria de Sanitat» y aprovechó el momento para felicitar a la UME por su labor con hasta 180 llamadas diarias. «Han tenido una acogida muy buena por parte de la gente», añadió García-Vaquero. maniobras en la base de la otan en bétera. 1 Planificación del ejercicio Deployex obre el terreno. 2 Una de las tiendas del puesto de mando. 3 Simulacro del centro de operaciones. 4 Entrada en el puesto de mando. F
