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La limitación de Halloween agrava la crisis de las tiendas de disfraces

La cancelación de las celebraciones del 31 de octubre empeora una situación complicada tras la suspensión de las fallas y las fiestas municipales - Los colegios, los únicos que salvan la campaña

David Ariño, de la tienda Festiplanet, coloca los disfraces de Halloween en las perchas de una de las paredes de su negocio. | M. A. MONTESINOS

Si hace 30 años se hablase de que la no celebración de fiestas de Halloween supondría un problema económico para algún sector valenciano habría habido alguna mirada de sorpresa. Sin embargo, en plena segunda década del siglo XXI, con la noche de los muertos vivientes cada vez más instaladas en el calendario de festejos, las restricciones anti-covid que impiden la organización de los ya clásicos eventos multitudinarios deja como daño colateral a las tiendas de disfraces.

«La situación es complicada, no se está vendiendo prácticamente nada», lamenta Manuel Muñoz, de Pirofesta, en Mislata, que además de la venta de disfraces dispone de material pirotécnico. Muñoz explica que Halloween «se estaba poniendo de moda, sobre todo entre los jóvenes» y contaba con una facturación superior a la de carnaval. Sin embargo, asegura que este año ha caído hasta el 10 % respecto a 2019.

En Party Land, situada entre la Gran Vía y la calle Colón, Coral Gregori indica que están «a la expectativa». «No sabemos si puede haber al final un repunte por algún colegio que celebre algo, pero se ha notado mucho el descenso, está todo bastante parado, y sabemos que no se va a acercar ni mucho menos al año pasado», asegura Gregori, quien indica que todos los productos de Halloween comenzaron la campaña con un 50 % de descuento.

La tabla de salvación es, por tanto, las celebraciones en colegios con los más pequeños y alguna familiar, íntima, con decoración para la casa incluida. «Algún colegio viene y compra disfraces», señala Muñoz. «Se ha movido solo el tema de disfraces de niños», añade Gregori. «Los disfraces de niños son los que más hemos vendido, cierto es que los padres ‘molones’ que quieren disfrazarse o organizar algo en casa también han elegido sus disfraces», indica Juan Fran Fuertes, responsable ecommerce de Disfraces Jarana, quien asegura que su facturación para Halloween está «cerca de valores del año pasado», pero gracias a la venta online que hacen en Francia, Portugal e Italia.

Crisis acumulada

El problema de las tiendas de disfraces, como expresa Fuertes, no viene de Halloween sino que sufre la cancelación de eventos anteriores: «nuestra campaña de final de curso, donde vendemos disfraces a los coles para sus festivales ha estado 100 % perdida al no haber clase y los meses de verano tenemos decenas de fiestas patronales en pueblos que organizan su noche de disfraces, pero este año no hemos tenido ningún pedido de este tipo».

En Abastos, David Ariño regenta FestiPlanet, una tienda que luce decoración a juego con la fiesta de Halloween y casi la situación. «Es una ruina absoluta», se queja. «Fallas canceladas con los pedidos hechos, luego tres meses de encierro sin ingresos, no ha habido bodas, ni despedidas, ni fiestas en pueblos ni prácticamente privadas, como mucho cumpleaños», enumera.

Y entonces, llegó Halloween, la que habitualmente es la campaña «más potente» de todo el año. «Pensábamos que se podía arreglar algo y ha sido una trampa, estoy en un 20 % de venta respecto al año pasado, si saco para pagar los pedidos me doy con un canto en los dientes», expresa Ariño. «Gracias a que hay algún colegio que celebra algo, pero de ser un negocio que funcionaba hemos pasado a estar endeudados», sentencia. El terror no sólo viene en disfraces.

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