Defienden la lucha social, la protesta en las calles como herramienta de presión. Pero están cansados de sentirse «criminales» por protestar en las calles y exponerse a una multa, en el mejor de los casos, o una pena de cárcel, en el peor. Cuentan con ejemplos cercanos. Por ello, afirman que la conocida como Ley Mordanza «silencia y reprime». Una marea anónima exigió ayer la derogación de una normativa que data del 2015 y que concentró a miles de personas, mayores y jóvenes, hombres y mujeres, activistas y vecinos, políticos , sindicalistas y familias enteras en una protesta organizada al detalle -con la participación de más de 100 colectivos y asociaciones- para defender la lucha social y gritar, alto y claro, «somos y seremos sin mordaza».

Inicio del recorrido de la manifestación en defensa de la vivienda, por Guillem de Castro. | EDUARDO RIPOLL

Cuatro manifestaciones salieron de distintos puntos de la ciudad para confluir en la plaza del Ayuntamiento y convertir este espacio en una especie de fiesta reivindicativa en contra del racismo y del fascismo y en defensa de la vivienda, del territorio y del feminismo. Levante-EMV acompañó ayer a una de las «columnas», la que partió desde la calle Turia en defensa de la vivienda. La feminista hizo lo propio desde el Rectorado de la Universitat de València; la columna antirracista y antifascista partió desde el CIE de Zapadores, mientars que la de defensa del territorio recorrió la ciudad en bicicleta desde el Puerto de València hasta la plaza del Ayuntamiento.

Miles de personas toman València y exigen el fin de la ley Mordaza

El lugar elegido para que partiera la manifestación en defensa de la vivienda fue la calle Turia, y el enclave fue simbólico, igual que en el resto de columnas. Nada ayer fue fruto de la casualidad. Todo estaba planificado al detalle. La comitiva partió con sonido de tabal y dolçaina y pancartas reivindicativas y tras recorrer escasos metros llegó al primera acción: colocar la pancarta «Fora especuladors» en una entidad bancaria. La docena de agentes del Cuerpo Nacional de Policía que acompañaban a esta columna requisaron las escaleras, aunque, tras un forcejeo que subió la temperatura nada más comenzar el recorrido, permitieron a los activistas colocar la pancarta. Eso sí, subidos a hombros de sus compañeros mientras los asistentes gritaban «esto es la ley mordaza».

La siguiente parada de la manifestación no tuvo gritos y sí un canto d’albaes en el número 2 de la calle Soguers, el último bloque de viviendas del Carmen que ha sido noticia en este diario porque un fondo buitre ha comprado el inmueble y quiere echar a los vecinos. Como rezaban ayer las pegatinas de varios asistentes a la protesta «+1 Turista, - 1 Vecino». La práctica habitual ya el 90% de las ejecuciones hipotecarias están en manos de fondos buitre en València. En la siguiente parada, en la plaza del Carmen (donde se ubica la Conselleria de Vivienda), tomó el micrófono la Platafaroma de Afectados por las Hipotecas (PAH) València para exigir una ley de Vivienda. Sin embargo, enseguida le cedió el protagonismo a tres mujeres (Aida, Yolanda y Narcisa) para que contaran sus experiencias, porque detrás de cada cifra de desahucio hay una familia.

Un año y medio de cárcel

Cuando la comitiva llegó al Palau de la Generalitat, desplegó una pancarta con un mensaje similar a las notas que reciben los vecinos a los que los bancos y fondos buitres quieren expulsar de sus hogares. Allí tomó la palabra Joan Cogollos, un hombre de 75 años que se enfrenta a un año y medio de cárcel y 900 euros de multa al aplicarle la ley Mordanza durante el desahucio de una familia. La última parada fue en la calle Caixers, 2, para cantar de nuevo «albaes» a la única mujer que reside en una de las primeras fincas convertidas hoy en apartamentos turísticos. La señora, desde el balcón, agradeció el homenaje, emocionada.

La columna en defensa de la Vivienda llegó a la plaza del Ayuntamiento, donde la esperaba la feminista, tiñiendo el espacio de rosa y morado. La columna en defensa del territorio trajo música y escenografía y la antirracista, pasión, diversidad y color. Y la plaza del Ayuntamiento se convirtió en una fiesta para exigir el fin de la ley Mordaza.