A inicios del siglo XX, un maestro rural bajaba con sus alumnos al cercano Barranc de l’Avellaner en Coratxá (Castelló). Pretendía aquel profesor, adelantado a su tiempo, que la infancia y los habitantes del pueblo, valorasen la riqueza de la naturaleza que les rodeaba y especialmente, la joya botánica que representa disponer de bosques de especies atlánticas en aquellas montañas mediterráneas.

En parte lo consiguió. Hoy, más de 90 años después, un ejemplar de tilo, de aquella plantación, preside la plaza del pueblo, recordando que el conocimiento y el respeto de la naturaleza es un valor que trasciende la corta vida humana. ¿Qué es la educación ambiental en tiempos de emergencia climática?¿Qué puede suponer una transición ecológica también para ella? En este artículo intento encontrar algunas respuestas. Si me acompaña, lo intentamos.

La concienciación ambiental debe llegar a toda la sociedad

¿Cómo nos acercamos hoy a la naturaleza? Del temor y la reverencia al desprecio y la minusvaloración. Todas esas visiones conviven hoy día en nuestras sociedades. Pero domina una clara tendencia: la destrucción ambiental mundial. Mayor año a año.

Cuando en la Conferencia Internacional sobre medio ambiente de Estocolmo (1972), se empieza a hablar de ‘educación ambiental’ internacionalmente, el mundo reacciona frente a los retos que el deterioro ambiental global suponía. Una de sus líneas de acción era fomentar el conocimiento, concienciación, restauración y preservación del medio ambiente, a nivel mundial, regional y local. De ella nació el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y se llamó a crear un programa internacional de educación ambiental interdisciplinar, escolar y extraescolar.

Desde entonces hasta la actualidad, el recorrido de esta disciplina ha variado tanto como el momento político de cada nación. El conocimiento del medio ambiente era adecuado y fácil. El acercamiento a la naturaleza es un éxito asegurado en las sociedades postmodernas. Desde un simple paseo, eso que ahora llamamos ‘baño de bosque’, hasta la observación científica. Conocer la naturaleza trae mejoras evidentes para la ciudadanía. En esta actividad podemos encontrar cientos, miles de instituciones, empresas, asociaciones que nos ayudarán a acercarnos a eso que llamamos medio ambiente, como si en pueblos y ciudades no viviéramos en el medio ambiente.

Pero ¿y la concienciación? Esta palabra resultaba un poquito más delicada. Concienciar implica un conocimiento crítico, un posicionamiento frente a la acción humana destructiva sobre el medio ambiente y en qué medida puede tolerarse o evitarse. Y sobre todo, conllevaba una acción frente a lo que venimos haciendo a nuestro medio desde la revolución industrial. De forma acelerada desde la segunda mitad del siglo XX.

Aquí encontramos muchas menos instituciones, empresas y/o asociaciones que conciencien. En el censo -voluntario- de equipamientos y empresas de educación ambiental de la Comunitat Valenciana, elaborado por el magnífico Centre d’Educació Ambiental CV (Sagunt), dentro de la Guía de Acción para la Educación Ambiental-EA en Ruta (EAR), podemos observar en la autodefinición de cada centro o empresa, cómo dominan las palabras ‘conocimiento’ y ‘divulgación’ frente a la crítica ‘concienciación’.

La educación ambiental se mueve pues entre experiencias de descubrimiento y acercamiento a «la naturaleza» hasta la reivindicación de la misma como objeto social y político. Y es en este último lugar hacia donde considero debería ‘transicionar’ la misma para ser un elemento fundamental en el siglo XXI.¿Está sucediendo en nuestra Comunitat?

Conozco desde hace muchos años la empresa Actio. Una de las primeras en generar programas educativos y medioambientales para escolares en nuestra tierra. Y en Actio llevan 30 años concienciando, no solo dando a conocer. Enseñando a conocer fauna y flora, ecosistemas y sus relaciones, pero también los impactos negativos de nuestra basura, la necesidad de reducirla y gestionarla bien, nuestra relación con la energía, su producción, consumo, desechos y nuestra responsabilidad en todo ello. He podido ver la tristeza en las caras de quien por primera vez se enfrenta a una realidad que nadie nos quiere enseñar y también la ilusión, en el abanico de posibilidades para generar un futuro mejor con nuestras acciones.

Hace ya tiempo que esto dejó de ser activismo o reivindicaciones ecologistas para convertirse en valores educativos humanos básicos.

Pero, ¿esto es solo para niños? Hace 30 años diríamos: sí. Hoy resulta del todo insuficiente. La locomotora desbocada de la desaparición de recursos, clima y biodiversidad que la humanidad pilota nos ha llevado a que la educación ambiental deba llegar urgentemente a toda la sociedad. Las últimas décadas de avances legislativos y conferencias internacionales lo demuestran. Nada haremos si no cambiamos nuestra actitud en relación al medio ambiente. La actitud de toda la ciudadanía de la Tierra.

Restauración y preservación: así y en nuestra Comunitat, llegamos a 2018. Este año y después de un gran trabajo participativo previo que se llamó Estrategia Valenciana de Educación Ambiental para el desarrollo sostenible (Eveads), que quedó paralizado políticamente en 2010 y se retomó en 2016, vió la luz la guía ‘Educación Ambiental en Ruta (EAR)’. Este documento, que les aconsejo conocer, quiere ser: un marco estratégico de referencia para la construcción de un modelo basado en los principios de la sostenibilidad en la Comunitat Valenciana. ¿Y cómo podemos hacer esto tan bonito? En este caso, a través de la educación. Educación ambiental para toda la sociedad. Y lo novedoso: Estos principios deben insuflarse en la actuación política de toda la administración valenciana. Algo que debiera trascender ideologías y gobiernos.

¿Algún ejemplo? El Plan Integral de Residuos de la Comunitat (PIRCVA2019) prevé la creación de la figura del educador y la educadora ambiental en cada municipio, para acompañar a personas, empresas y comercios en la reducción de residuos y su correcta gestión. A medio plazo se prevé la creación de 500 puestos de trabajo de educador ambiental dentro de los planes de gestión zonales de residuos. Creo que esto debería ser solo el comienzo de la educación ambiental que necesitamos. En cada actividad humana.

La Comunitat Valenciana es un territorio de grandes profesionales de la educación y la Guía EAR, que les cito, no es solo papel, está formando una red de trabajo y colaboración, generando acciones directas de educación ambiental. Acciones transformadoras que desde instituciones, empresas y asociaciones, nos deben ayudar a transicionar hacia un futuro digno posible.

¿Ejemplos? En el Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible (Imedes), a través de su compromiso con la EAR, realizarán el cálculo de la huella de carbono asociada a sus actividades, con el objetivo de proponer posteriormente acciones encaminadas a reducir paulatinamente dicha huella de carbono. Términos con los que deberíamos familiarizarnos.

Cruz Roja, a través de un convenio, se formará, y mejorará la gestión ambiental de sus programas y sedes.

El Ayuntamiento de Benicàssim elaborará su Plan de Acción para el Clima y la Energía Sostenible (Paces). Una hoja de ruta para el establecimiento de compromisos en materia de mitigación y adaptación al cambio climático en el municipio hasta 2030. Y así hasta, de momento, más de 250 proyectos en todo nuestro territorio.

Probablemente usted, al leer educación ambiental se acercó a este texto con la intención de descubrir naturaleza y quizá algo de paz. Me gustaría que esto sirviese, en cambio, para descubrir juntos que el camino de esta disciplina está llamado a ayudar a toda la ciudadanía a darle la vuelta a un sistema obsoleto. Desde el conocimiento, la ciencia y la acción.

En ese camino, he podido conocer empresas como Itinerantur (traductores de paisajes) con sede en Benicàssim, u Oxytours (turismo con raíces y alas) en Alicante, que les ayudarán en la búsqueda de esa paz de la naturaleza. Acompañadas también por la concienciación y la promoción de un mayor respeto hacia la Tierra como ecosistema. Que buena falta hace. Y para formarse de forma avanzada, les recomiendo el máster en Humanidades ecológicas, sustentabilidad y transición ecosocial (UPV- València). Profundidad y cambio sistémico de altura.

Acerquen a sus descendientes, amistades, seres queridos y acérquense ustedes a la naturaleza. Pero no solo desde el paseo y la contemplación, o desde el uso y disfrute, sino desde el conocimiento, el reconocimiento propio como parte del medio ambiente y su defensa. Naturaleza es usted que me lee y el aire que respira para poder hacerlo. Si el ecologismo alcanza algún sentido desde su nacimiento, probablemente sea éste. Que en un tiempo no muy lejano, contaminar, dañar, destruir, maltratar, esta nuestra casa y todas sus formas de vida y expresión, sea solo una materia objeto de estudio, sobre «aquellos bárbaros» que habitamos el siglo XX y solo las primeras décadas del siglo XXI. Empecemos a abanderar la vida buena. Para todas y todos… los seres vivos. Buen verano.