La mascarilla en las aulas sigue presente de momento y los centros educativos continúan con sus estrictos protocolos para mantenerse como muros contra la covid-19, un año más. La experiencia del curso pasado, y los datos de las semanas que ya han pasado de este 2021-22 (con contagios que solo afectan al 0,01 % de los docentes y el alumnado), así lo confirman.

No obstante, en un escenario de desescalada general, la pregunta que surge es hasta cuándo se mantendrán las medidas en los centros educativos, si bien no hay que olvidar que la Comunitat Valenciana ha sido los últimos meses de las autonomías más cautas a la hora de desescalar.

El conseller de Educación, Vicent Marzà, apuntó ayer que se mantiene la obligatoriedad del uso de la mascarilla en los centros educativos mientras así lo indiquen las autoridades sanitarias. En su comparecencia a petición propia en la comisión de Educación de las Corts, el conseller afirmó que la situación cambiará cuando «los técnicos digan que epidemiológicamente es el momento de hacerlo».

Incluso en actividades al aire libre

Cabe recordar que, igual que el curso pasado, la mascarilla en los colegios e institutos es obligatoria para el profesorado y para el alumnado a partir de 1º de Primaria y el protocolo también incide en su «uso correcto». El texto apunta que el cubrebocas debe usarse siempre en «espacios interiores compartidos» e «independientemente de la distancia», excepto entre los escolares de Infantil, en grupos burbujas y sin mascarilla.

Asimismo, a pesar de que por la calle y con distancia la mascarilla puede bajarse, el protocolo —que ya se anunció en julio, más de un mes antes del inicio de curso—, apunta que es necesario llevarla «con carácter general» en el ámbito educativo «incluso en actividades al aire libre controladas en las que se respeta una distancia de 1,5 metros», si bien esta decisión está «sujeta, a su vez, a la evolución de la situación», y siempre es posible su actualización, recuerdan desde Educación.

Tal y como publicó este periódico, los centros educativos son —junto a residencias, hospitales y otros sectores delicados— los que no han experimentado cambios después del Nou d’octubre y quizás sean los últimos en recuperar la normalidad definitiva.

Si ayer el conseller apuntaba a Sanidad y Salud Pública a la hora de tomar la decisión de levantar la mascarilla en los espacios educativos —fuentes de la conselleria también marcaban esta dirección días antes—, desde el departamento que dirige Ana Barceló indicaban que el Consell respeta los protocolos estatales. De hecho, el miércoles, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, reiteró que «al menos durante un tiempo, las mascarillas seguirán entre nosotros» y recordó que, a pesar de los buenos datos, «hay una ley que regula su uso y mientras exista tendremos que seguir cumpliéndola».

Primeras decisiones

No obstante, otras comunidades autónomas sí han dado pasos para aligerar el uso de las mascarillas los últimos días. En el País Vasco, por ejemplo, los mayores de 12 años —ya vacunados—, dejarán de llevar la mascarilla durante la hora de patio y en clase de Educación Física (siempre que respeten los 1,5 metros de distancia), pero no en las aulas, pues de momento las y los escolares más pequeños no entran en los planes de vacunación.

Cataluña es otra de las comunidades que ha planteado relajar medidas en las escuelas. Sin concretar mucho más, el conseller de Salud, Josep Maria Argimon, aseguró esta semana que cuando se levante el uso de las mascarillas, la escuela será el primer lugar en el que se deje de llevar.

Más allá han ido en países como Francia, donde en 79 de sus 101 departamentos ya no es necesario llevar la mascarilla también en las aulas, además de en los patios.

En su intervención en las Corts, el conseller explicó que este curso se invertirán 39,4 millones destinados a afrontar la pandemia: 6,2 millones para la desinfección y limpieza de los centros de su competencia en mantenimiento (Secundaria, Bachillerato y FP); otros 6,2 para comprar más de 15 millones de mascarillas para el personal de Educación; y hasta 27 millones para los gastos de funcionamiento de los centros y el mantenimiento del personal de comedor extra por la pandemia, como ya ocurrió el curso pasado.