Anastasiia tiene 41 años. Salió de Járkiv (Ucrania), que está siendo duramente atacada, junto a su hija Darina, de doce años. «La ciudad está totalmente destrozada», relata a través de la traductora que le acompaña. Allí se han quedado sus padres y su hermano, con los que mantiene el contacto gracias a su teléfono. Se emociona al recordarles. «Estoy muy preocupada porque están bombardeando todo el rato», confiesa.

Está «cansada», fueron cuatro largos días de viaje. El trayecto ha sido «muy duro». Piensa en volver a su país, pero la situación es muy complicada. «Espero volver a Ucrania, pero tengo que pensar en mi hija», admite. «Quiero encontrar trabajo para no estar aquí como si fuera una inútil y así poder ayudar a mi hija, pero quiero volver a casa», confiesa.

Como ella, hasta un centenar de personas que han huido del horror de la guerra han sido trasladadas por el Ayuntamiento de València, en colaboración con el Consistorio de Alaquàs, a la antigua casa de ejercicios espirituales de La Purísima, situada en el municipio de l'Horta Sud y que llevaba más de año deshabitada. Su atención está siendo gestionada por los voluntarios de la Fundación Amigó, que se encargan de preparar comidas y habilitar el alojamiento.

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La Purísima de Alaquas acoge a personas refugiadas de Ucrania Germán Caballero

El recurso de acogida se ha llenado en pocos días. «Han llegado al centro de acogida de inmigración de València. No solamente damos el servicio de alojamiento y alimentación, sino también apoyo psicológico, traductores, procesos de escolarización y gestión de cualquier tipo de documentos», explica Maite Ibáñez, concejala de Educación, Acción Cultural, Juventud y Cooperación y Migración del Ayuntamiento de València.

La operativa, afirma Ibáñez, está tramitada para varios meses, pero «nadie sabe cómo va a evolucionar el conflicto». La concejalía confirma que ya hay entre 250 y 300 personas acogidas con perfil de familias a causa del conflicto y se espera una «llegada masiva». «Estamos coordinándonos con el Gobierno de España y con la Generalitat para entre todos poder dar una respuesta», señala.

«Quiero agradecer la ayuda de la gente, no lo podíamos ni imaginar. Ha sido increíble ver cómo todo el mundo nos apoya completamente. Estamos agradecidos de corazón». Nadya habla en nombre de su hija de siete años, que ha viajado con ella en distintos autobuses desde la ciudad ucraniana de Odesa, y de todas las familias que conviven con ella en estos momentos.

Sus padres han decidido quedarse. No han querido abandonar su tierra. En Ucrania, Nadya trabajaba como comercial de viviendas y espera que todo acabe pronto para poder volver y continuar con su vida allí. «Me siento segura», reconoce, pero al escuchar los aviones que sobrevuelan La Purísima no puede ocultar sus nervios.

Prioridad con los menores

La prioridad de la concejalía y del Ayuntamiento de Alaquàs es la atención a los menores y el impacto psicológico que ha supuesto el conflicto. Maite Ibáñez señala que se han detectado algunos cuadros de claustrofobia. «Vienen de lugares donde han estado en refugios o en zulos. Hemos tenido algún caso de ansiedad al entrar, por ejemplo, en un taxi. Por eso, estos espacios abiertos son muy buenos para ellos. Vienen con una carga emocional importante por lo que han visto en la guerra», subraya.

Además, la Concejalía de Educación, junto con el Consistorio de Alaquàs, está creando aulas provisionales y se va a proceder a la «escolarización sobrevenida», para que ningún menor se quede sin escolarizar. Entre el centenar de personas refugiadas hay unos 20 menores, 13 en edad de Primaria y 7 en Secundaria.

«La idea es que se escolaricen cuanto antes en los centros de Alaquàs, tenemos capacidad para ello. Consideramos que es bueno que tengan normalizado, dentro de lo posible, su día a día», apunta Toni Saura, alcalde socialista de Alaquàs.

Saura agradece la respuesta que tuvo desde el primer día el punto de recepción de ayuda humanitaria que abrió el ayuntamiento. Además, confirma que el propietario del hotel Checkin también se ha ofrecido para la acogida de más refugiados a través de la Cruz Roja. Asimismo, se está ultimando que las familias ucranianas puedan disponer de tarjeta sanitaria a través del centro de salud.