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El gran salto hacia el fin de la pandemia

El fin de las pruebas y del aislamiento obligatorio para las personas infectadas de covid aliviará la atención primaria y permitirá concentrar esfuerzos en los 1,3 millones de valencianos vulnerables, aunque hará más difícil detectar repuntes

Colas en el hospital de la Malva-rosa para realizarse pruebas covid, el pasado diciembre. | GERMÁN CABALLERO

España y la Comunitat Valenciana se adentran hoy en una nueva fase de la pandemia. En el cambio de mayor calado desde el inicio de la crisis, desde este lunes solo se aislará y realizará pruebas diagnósticas de covid a las personas mayores de 60 años, a las inmunodeprimidas y a las que trabajen o visiten con frecuencia centros sociosanitarios. El resto, salvo contadas excepciones, ya no deberá someterse a evaluación alguna y podrá continuar con sus quehaceres diarios, incluso estando infectado y teniendo síntomas leves. Eso sí, la «Estrategia de vigilancia y control frente a la covid tras la fase aguda de la pandemia» recomienda que en estos casos se reduzcan las interacciones sociales y se utilice siempre la mascarilla, que sigue siendo obligatoria en espacios interiores para la población general y resiste como último símbolo pandémico.

Según la última actualización de la Conselleria de Sanidad, el viernes había más de 20.000 casos activos de covid en la autonomía. Si se mantiene la proporción de contagios por edades —los mayores de 60 han supuesto en torno al 15 % del total de casos en la C. Valenciana desde el inicio de la crisis sanitaria—, en torno a unos 17.000 valencianos con covid pueden hacer desde hoy vida casi normal sin necesidad de test.

Así, desde hoy la Comunitat Valenciana va a centrar sus esfuerzos en proteger a los algo más de 1,3 millones de personas mayores de 60 años que viven en el territorio, a las que hay que sumar el colectivo de vulnerables y de trabajadores sanitarios. Para los demás, unos 3,7 millones de valencianos, la Comisión de Salud Pública defiende en su documento que hay que «aceptar un cierto nivel de transmisión», alegando la «disminución de los casos graves» de los últimos meses.

Entre las personas mayores de 60 años la cobertura de vacunación es prácticamente total en la C. Valenciana. De las 1.302.419 personas que conformaban la población diana a inmunizar, según los datos del Ministerio de Sanidad, 1.247.482 personas habían recibido la dosis de refuerzo a 25 de marzo, fecha del último informe emitido por el Gobierno.

Esa elevadísima tasa de vacunación entre los más vulnerables es una de las fortalezas que, según los expertos, avalan este salto, considerado como el más importante de todos los que se han dado hasta el momento. «Es razonable retirar aislamientos y pruebas a la población general porque tenemos muchos vacunados, muchos que lo han pasado y buena parte de los no vacunados se ha inmunizado de forma natural», defiende Salvador Peiró, epidemiólogo e investigador en Fisabio, en declaraciones a este periódico.

Un cambio «radical»

Peiró asegura que este cambio de estrategia que entra hoy en vigor es «sin duda» el giro «más radical» que se ha adoptado en más de dos años de pandemia, pero pese a verla «justificada» expresa dudas en cuanto a cómo se va a implementar por parte de las administraciones, ya que considera que los protocolos de protección están poco desarrollados y que la pedagogía para explicar el cambio ha sido escasa.

«Siempre que hay tasas altas a nivel general, como sucede ahora, los vulnerables se terminan contagiando. Es algo que es difícil que no vuelva a pasar ahora, salvo que se adopten medidas draconianas como cerrar residencias otra vez, que es algo que no se va a hacer», explica para ejemplificar sus dudas acerca de cómo blindar a esos colectivos más propensos a desarrollar síntomas graves de la covid.

Además, apunta que la modificación de la estrategia va a restar capacidad de detección al sistema sanitario sin que se haya pensado en una alternativa. «Entramos en esta nueva fase reduciendo el número de pruebas y sin saber cómo vamos a monitorizar la transmisión. Los test en residencias darán pistas, pero vamos a perder capacidad de detección porque no habrá datos. Ahora habrá que esperar a los ingresos hospitalarios, lo que retrasa unos 15 días la predicción y la reacción», advierte.

Pero lo que más dudas genera a Peiró es la escasa comunicación que se ha hecho desde el ministerio de un movimiento con el que entiende que «pasas de cargar el peso de la pandemia sobre los servicios sanitarios a hacerlo sobre la sociedad». Especialmente, porque llega en un momento en el que la adhesión de la población al cumplimiento de las medidas de prevención «se ha reducido considerablemente» por la fatiga pandémica.

Por eso, el experto afirma que lo que más ha echado de menos «es una campaña de comunicación fuerte para que las personas que son contacto estrecho, tienen síntomas o son positivas lleven mascarilla siempre y reduzcan al máximo la interacción social, sobre todo con vulnerables. Hay que responder a las dudas de la gente, porque está bien pasar a una fase de autocuidados, pero eso no es lo mismo que abandonar a la gente a que haga lo que le dé la gana. Requiere informar y explicar, que es algo que no se ha hecho», afirma.

Peiró sí destaca que la nueva estrategia servirá para aliviar la carga de trabajo a la que se ha sometido a la atención primaria durante la crisis sanitaria. «Al no tener que hacer test a toda persona con síntomas leves, podrán centrarse en los pacientes que más lo necesitan», así como quitarse de encima todo el papeleo relativo a las pruebas diagnósticas.

El documento es reversible si, a nivel nacional, la ocupación de camas supera el 10 % en UCI (4,3 % en la C. Valenciana) o el 5 % en planta (2,9 %).

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