Otra vez Filomena, ¿en serio?

La borrasca Efraín se ceba sobre todo con la provincia de Badajoz

La borrasca Efraín se ceba sobre todo con la provincia de Badajoz / EFE

Juanjo Villena

Hay que ver la cantidad de cosas trascendentes que están pasando a nivel meteorológico en el mundo: el año 2022 y todos los récords por calor pulverizados, la «ola de calor» invernal en Europa, el mar Mediterráneo templado en pleno mes de enero, las superborrascas que anegan el oeste de Estados Unidos vinculadas a un río atmosférico descomunal, el reciente temporal Elliot en Norteamérica, el sinfín de días tórridos con plusmarcas en Argentina o Chile… y aquí no hacemos más que dar pábulo a las cabañuelas y nuevas Filomenas ficticias que se van superponiendo, mes a mes, sin solución de realidad. 

No contentos con todas las previsiones fracasadas de temporales siderales que no hubo durante el invierno pasado, en los últimos días se están alentando de nuevo esas ascuas, de titulares podridos y recalcitrantes, en búsqueda del clic fácil. En realidad, no sé si me sorprende más el hecho de que se mienta deliberadamente o que la gente siga pinchando en la catástrofe de turno después de tantos reveses. Porque los temas repiten solo si cosechan buenos resultados.  

En situaciones como esta me acuerdo del programa del comunicador Jordi Évole con Iván Redondo, un consultor político que, independientemente del «bando» que haya llegado a representar, eso me da igual, dejó una seguidilla de reflexiones sobre el actual entramado comunicativo dignas de analizar. Aún hoy, un año y pico después, tengo grabado ese «tête-à-tête» en el que, con mucho aplomo, dijo claramente que se lanzan faroles al público y no se temen represalias porque el flujo de noticias es de tal magnitud que lo dicho hoy, por incorrecto que sea, queda sepultado mañana por una marabunta de nuevas polémicas. 

Esto se puede aplicar a cualquier tema tratado en medios, desde la crónica política hasta la meteorológica, porque comparten el mismo océano informativo donde muchos redactores –y otras figuras públicas, no todo queda entre periodistas– no temen por su credibilidad. Ese tumulto sirve de parapeto y olvido. Mi consejo: elijan bien de quién fiarse. Y bueno, si además saben leer entre líneas ya habrán resuelto que no se prevé ninguna otra Filomena. «No cabe duda».