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Deportes adaptados

La lucha de un padre para que los niños con discapacidad puedan hacer deporte con sus amigos en el patio del colegio

Cientos de menores con y sin discapacidad participan en las primeras jornadas de deporte inclusivo en el CEIP Tomás de Villaroya en València | El objetivo es que los menores con discapacidad tengan clubs donde poder jugar

Así ha sido el día del deporte adaptado en el CEIP Tomás de VillaroyaGermán Caballero

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Suena el timbre del colegio Tomás de Villaroya en València y el patio se empieza a llenar de niños y niñas como si fuera un hormiguero. Muchos se van a sus casas, pero la mayoría se quedan y empiezan a montar un circuito con sus padres. Empiezan a entrar más menores de otros colegios, muchos de ellos con alguna discapacidad y el jaleo aumenta cuantos más niños se juntan.

El patio se divide en cinco canchas, una de badminton, otra de atletismo, una de rubgby, una de hockey y otra de baloncesto y los niños hacen cola ilusionados para jugar con sus compañeros de clase. Solo hay una gran diferencia, que todos los deportes son adaptados.

Un niño juega baloncesto adaptado en el CEIP Tomás de Villaroya

Baloncesto en silla de ruedas para Paco, el hijo de David, pero también para sus amigos sin discapacidad que se pelean por coger una de las sillas porque así es mucho más divertido. David Coscollá es quien ha organizado el "Día del deporte inclusivo en edad escolar", una iniciativa que ha sido todo un éxito porque el patio está lleno de niños divirtiéndose.

Pero todo nace mucho antes. Su hijo Paco tiene atrofia muscular espinal y va en silla de ruedas, y su padre David se encontró con que la ciudad de València no tiene ningún club deportivo donde pueda jugar con niños de su edad. Tanto es así que el juega a baloncesto con hombres 30 y 40 años mayor que él.

Por eso decidió impulsar el baloncesto adaptado en su cole, entre niños con y sin discapacidad. Empezaron 8 niños, luego fueron 16 y ahora son más de 30, en un deporte que cada vez gusta más a los chavales y que al mismo tiempo iguala a los que juegan, tengan o no discapacidad como Paco.

Niños jugando a deporte adaptado en el CEIP Tomás de Villaroya

Necesitan más sillas para hacer deporte

Todo el impulso a esta iniciativa sale, de momento, del bolsillo de David y la ayuda de las madres y padres del cole. "Como faltan sillas para todos los chavales me ha gastado 3.000 euros en comprar seis más. Tendrías que ver el maletero de mi coche, de tanto meter y sacar las sillas que lo tengo destrozado", explica Coscollá. Todo sea por ver feliz a su hijo Paco.

El problema se le plantea este mes de junio, cuando tiene que devolver las sillas que estaban prestadas. Coscollá lamenta que no tiene capacidad económica para hacer frente a todo lo que haga fatla; "ahora hay que comprar canastas, pelotas, y muchas más sillas para que todos puedan jugar, y yo no tengo 9.000 euros para gastarme", reivindica. Por eso pide ayuda para poder impulsar el deporte adaptado.

Pero el objetivo de la jornada de este lunes era mucho más que ese. David lo hace por su hijo y por todos los demás. "Queremos que Educación nos escuche y se impulse el deporte inclusivo en los colegios, para que todos los niños puedan jugar juntos y sobre todo los menores con discapacidad tengan un sitio donde jugar con sus compañeros de clase", cuenta.

Niños practicando deporte adaptado en el CEIP Tomás de Villaroya

"Ahora mismo es muy difícil que un niño con discapacidad pueda federarse con compañeros de su edad para hacer deporte, por eso queremos que cada vez más colegios lo tengan", explica David. Y lo dice enserio. El objetivo para el curso que viene es dar el salto del baloncesto, que ha sido un éxito, a otros deportes como el rugby, badminton, atletismo o hockey, con una clase cada día de la semana", al final se trata de que los niños hagan deporte", cuentan.

"Encima de la silla todo se iguala"

Laya y Carmen están en sexto de primaria y van en silla eléctrica por una discapacidad. La primera ha hecho natación, ballet, baloncesto, equitación, fútbol y hasta tiro con arco. Ambas explican que el deporte inclusivo las hace muy felices porque pueden jugar con el resto de compañeras de clase.

Niños y niñas practicando deporte adaptado en el CEIP Tomás de Villaroya

"Algunos se quejan de que jugar sentados en la silla es más difícil, pero si tienen que jugar se aguantan, en la silla todos somos iguales", cuenta con sorna Laya. Por falta de sillas también juegan a baloncesto adaptado de pie y sentado, pero ahí las diferencias son más grandes.

Cuando hace deporte a Laya "se le disparan los pies de la emoción y la alegría". David está intentando que estas niñas en su último año de colegio puedan volver dentro de unos años para que sean ellas las que den las clases del hockey adaptado. "No pasa absolutamente nada, si hace falta una persona al lado que ayude se la ponemos, pero también es bueno que las personas con discapacidad sean las que entrenen a los niños y sean de alguna manera los referentes", explica.

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