La felicidad en forma de bar al reabrir sus puertas en un pueblo valenciano de 78 habitantes
Con la inauguración del único bar de Vallat (Castellón), Ma Àngels cumple el sueño de regentar un local de restauración
"Es de locos, pero quien no arriesga no gana"
"Que abra el bar, que abra el bar". Con este contundente cántico, recibieron los vecinos y vecinas de Vallat a Ma Àngels Berman y su familia el primer día que visitaron este pequeño pueblo de tan sólo 78 habitantes, en el interior de la provincia de Castellón; concretamente en la comarca del Alt Millars. "Estaban en la puerta esperándonos", explica la protagonista de esta historia. Desde ese día, se han sucedido las horas de trabajo, los preparativos -con mudanza incluida- y un cambio radical de vida para ella, su marido y los hijos de ambos. Todo para conseguir que el deseo del vecindario de Vallat se torne en realidad el próximo viernes: que reabra el único bar del pueblo y recuperar, así, el centro neurálgico de la vida diaria de la localidad.
Para Ma Àngels, la inauguración del bar supondrá también culminar el sueño de toda una vida, el de regentar un local de restauración. Se define como una apasionada de la cocina y, para muestra, su amplia trayectoria laboral en la hostelería durante décadas. "Siempre he dicho que si tuviera dinero, abriría un bar", explica a Levante-EMV. Al final, lo ha conseguido gracias al programa Reviu contra la despoblación en pueblos del interior de la Comunitat Valenciana, impulsado por la Generalitat Valenciana y la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP).
Lo intentó antes en Espadilla cuando quedó segunda en el proceso de adjudicación del bar al que se presentaron 50 personas. Quedarse a las puertas "fue una decepción", aunque entendió la decisión. En ese momento, ella trabajaba en un almacén, mientras que la persona que quedó por delante de ella estaba sin trabajo. "Me dije: no pasa nada, saldrá otra". Y, finalmente, ocurrió; justo en el pueblo de al lado, en Vallat.
De una ciudad de 7.000 habitantes a un pueblo del interior
El proyecto de abrir el único bar de Vallat ha supuesto un giro de 360 grados a la vida de Marian y su familia. De vivir en Almenara, un municipio con más de 7.000 habitantes, a trasladarse a un pueblo con menos de un centenar de vecinos y vecinas. Eso sí, durante los fines de semanas y, especialmente en verano, la población se multiplica hasta llegar a las 300 personas.
El cambio no ha sido fácil. Ha tenido que concienciar a sus hijos y a los de su pareja, quienes mostraban reticencias: "Nos aburriremos mucho, me decían; pero, ahora están encantados, muy contentos". Les encanta la naturaleza, los animales y los planes al aire libre. Aunque aún no han abierto el bar, ya han hecho amigos. Hay cinco o seis niños de la edad de los suyos en el pueblo, cosa que le ha hecho estar "más tranquila". Los cuatro integrantes de la familia ya están empadronados en Vallat y los pequeños van al colegio y al instituto a Onda -está a 16 kilómetros- cada día con el autobús habilitado para el traslado.
Todo ha sido mucho más fácil gracias al apoyo de su familia, quien "ha entendido al cien por cien nuestra decisión" porque "saben que es para mejor". Sus amigos también les han respaldado, aunque a algunos les sorprendió su decisión. "Puede parecer una locura pero quien no arriesga, no gana", confiesa.
Un pueblo volcado con el bar
El deseo de Vallat de recuperar su único bar se ha traducido en facilidades y ayudas para Ma Àngels y su familia. Hasta ahora, las reuniones sociales eran en casas particulares o en plena calle; ahora, eso cambiará porque el bar se convertirá, de nuevo, en un punto neurálgico para el encuentro y la vida social. El ayuntamiento y el vecindario "se han volcado con nosotros". De hecho, el consistorio se ha encargado de amueblar y adquirir los electrodomésticos del local. "El bar era más bien un almacén -, relata-. No había ni plancha, ni freídora, ni mobiliario. Se han portado muy bien con nosotros". Lo define con un término en valenciano, su lengua materna; un barbarismo, de hecho: "requetebé".
También les han brindado ayuda para encontrar una vivienda en la que residir. Era complicado porque no había muchas disponibles y las vacías son de propietarios que regresan allí en verano o durante los fines de semana. Al final, una mujer les ha alquilado una casa que "estaba cerrada" y que "han ido acondicionando poco a poco".
El contrato de regentar el bar es para un año, pero Ma Àngels espera seguir muchos más años, siempre que funcione. "Yo tengo mucho desparpajo. La gente que nos ha ido conociendo, dice que nos irá bien. Eso espero", explica con cierto nerviosismo. Ha sido una apuesta arriesgada, una "locura", pero una oportunidad para ella y su familia de vivir en plena naturaleza, con tranquilidad y "disfrutando de ser de pueblo". A la espera de saber cómo resulta la aventura, Ma Àngels ha cumplido el sueño de su vida y, a la vez, ha hecho felices a los 78 vecinos y vecinas de Vallat. La felicidad en forma de bar.
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