"El fondo buitre nos echa mañana y nos vemos en la calle"

Nieves Muñoz y sus hijos necesitan «un techo» tras el desahucio previsto porque la propiedad se niega a renovarles el alquiler social que pagan

Nieves no han fallado ni un sólo mes al pago del alquiler

Nieves no han fallado ni un sólo mes al pago del alquiler / Fernando Bustamante

Mónica Ros

Mónica Ros

Ella se llama Nieves Muñoz y trabaja como «kelly», es decir, limpiando habitaciones de hotel. Ese es su último trabajo. Ha trabajado de otras mucha cosas, de hecho, no ha parado de trabajar. Una vida en soledad desde que se marchó de Mallorca con lo puesto y con sus tres hijos, huyendo de un marido que la familia mantiene en el olvido y no quiere recordar. La mujer vive con una de sus hijas, de 32 años, que trabaja en un supermercado y con su hijo, que no tiene trabajo.

Las dos mujeres cobran el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) lo que se traduce en un sueldo neto de 750 euros en el caso de la madre, y de poco más de 800 en el de la hija. Entre los dos sueldos no llegan a 1.600 euros y con esos números no hay alquiler posible. Las inmobiliarias se lo han dicho muy claro: «Si nuestros ingresos no son tres veces superiores a lo que cuesta el alquiler no hay nada que hacer. Entre las dos cobramos 1.600 euros pero los alquileres están por 900. ¿Qué hacemos?». La compra también está descartada. Tampoco tiene esos 20.000 euros necesarios (como poco) para dar la entrada.

Ellas no paran de buscar vivienda. No han parado de hacerlo desde que el fondo buitre Promotoria Coliseum (Cerberus) comprara la deuda de ese piso al banco y se quedara con la casa, una vivienda de tres habitaciones en la que esta familia lleva viviendo desde 2011. La entrada en acción del fondo buitre fue el fin del alquiler social.

La mujer consiguió en su día pactar con el banco un alquiler social. Empezó pagando 150 euros. Cuando encontró un trabajo que mejoró su sueldo se lo comunicó al banco y pactaron un alquiler algo mayor: 363 euros. Este es el dinero que ha estado pagando la mujer, a excepción de la pandemia, cuando le paralizaron el pago. Eso sí, durante 2021 pagó 450 euros para recuperar lo que no había abonado.

Pero la propiedad cambió de manos y la llegada de Cerberus ha supuesto la negativa del fondo buitre a negociar nada. Cero. A la calle. El 30 de abril finalizó el contrato de alquiler y empezó el trámite de desahucio para una familia que se ve, en horas, en la calle.

El apoyo de la PAH

Nieves vive con dos de sus hijos, pero la tercera tampoco cuenta con piso y estabilidad. Eso sí, les visitan a menudo. La mujer cuenta con el apoyo de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) València que ven cómo proliferan los casos como el de Nieves, «familias trabajadoras que tienen escasos recursos y un contrato de alquiler social que finaliza y no se renueva. Y no tienen ni opción a comprar una casa ni a alquilarla porque no dan los números».

La mujer cuenta con un informe de vulnerabilidad realizado desde los Servicios Sociales y otro de la Unidad de Ayuda ante Desahucios de la Generalitat Valenciana en el que solicitan que se paralice el desalojo hasta que la mujer consiga una vivienda social, de la que está en lista de espera por tramitación urgente.

La PAH ha anunciado una movilización para este lunes, con el objetivo de paralizar un desahucio «que sólo llevara a esta familia a la miseria». Y es que el decreto antidesahucios no está previsto para familias como ésta, con dos mujeres mayores de edad y con trabajo. Sin embargo, sus sueldos no dan para un alquiler y lanzan un mensaje desesperado, un SOS ante la necesidad de un techo de forma inminente. «El fondo buitre nos echa el lunes. No nos podemos quedar en la calle y es allí donde me veo. En unas horas. Cuando entramos en esta casa estaba destrozada. Vinimos de Mallorca huyendo del infierno, con una mano delante y otra detrás. Una pareja me vio y me dio las llaves. Los vecinos me conocen y saben que soy una mujer trabajadora. Un alquiler social nos permite sobrevivir. Dejarnos en la calle nos hunde, nos mata en vida. ¿Dónde iremos? Tengo miedo de verme en la calle con mis hijos» , explica.