Multiplicarse de ayuntamiento en ayuntamiento siempre al volante

Los secretarios-interventores municipales de zonas despobladas conducen diariamente de un consistorio a otro ante la falta de personal por las difíciles condiciones de trabajo

María Escamilla en su despacho del ayuntamiento de Gavarda

María Escamilla en su despacho del ayuntamiento de Gavarda

“SOS, me he quedado sin secretario”. María Escamilla, presidenta del desde el Colegio de Secretarios, Interventores y Tesoreros de la Administradora Local de Valencia (Cosital), recibió hace unos días este mensaje de un alcalde de un municipio pequeño. 

Los secretarios-inteventores municipales son funcionarios habilitados de carácter nacional que dependen del Ministerio y fiscalizan la labor de los políticos. No dependen del consistorio y velan por el correcto funcionamiento de la administración local. 

Los ayuntamientos por sí solos no tienen potestad para ciertas solicitudes oficiales. De ahí la importancia de estos funcionarios, que se encargan de la parte jurídica que exige conocimientos muy técnicos y personas con formación especializada. 

Como reconoce Elisa Cristofol, que ejerce el cargo en la mancomunidad de La Baronia, ese es el principal problema, “somos muy difíciles de suplir”. De su presencia depende desde la propia constitución de los ayuntamientos, adjudicar un contrato de obras o informar del pago de nóminas.

Rafa Darijo logró plaza como secretario-interventor de la Administración local en 1989. Desde entonces ha pasado por 13 ayuntamientos como Requena, Serra o Bétera, grandes municipios en comparación con el que le ocupa desde 2003: la agrupación de Aras de los Olmos y Titaguas. Además, es alcalde de Benagéber.

Sin recambio

Como muestra de la escasez de personal que también denuncian sus compañeras destaca el caso de la mancomunidad de la Serrania que bien conoce. De los 19 ayuntamientos que la componen, solo 4 cuentan con secretarios titulares, el resto son interinos o accidentales (funcionarios de la corporación que asumen las tareas). 

“Muchos secretarios jóvenes llegan a estos pequeños pueblos procedentes de las grandes ciudades, toman posesión de sus cargos, ven que están muy lejos de donde viven y se van en comisión de servicios”, explica Darijo. “Los ayuntamientos pequeños no pueden competir en condiciones con los grandes”, puntualiza Escamilla, que destaca la gran vocación que hay que tener para ejercer su puesto aun sabiendo de la falta de recursos.

Desde que ella aprobó la oposición en 2010 ha recorrido cerca de 290.000 km. Escamilla que ahora trabaja en Gavarda, pero vive en València, recorre cada día 100km. Cuando las circunstancias le han obligado a acumular varios ayuntamientos la distancia ha llegado a duplicarse.

Una situación también muy familiar para Darijo que tiene que cambiar de vehículo cada tres años, porque hace 40.000 km anuales entre Benagéber, Titaguas, Aras de los Olmos...

Más allá del kilometraje, Cristofol también destaca las largas jornadas, “he llegado al ayuntamiento de Algar de Palancia a las ocho de la mañana y pasaré aquí toda la tarde” y la dificultad de conciliar las vacaciones en verano, “tenemos que estar siempre pendientes de las subvenciones que nos permiten ir poniendo parches”.

Los secretarios-interventores también son delegados de la Junta Electoral. “Soy yo la que va a por el material porque sino no va nadie”, apunta. También asume, en compañía de ls administrativa y el alcalde, la tarea de notificar a los vecinos que les ha tocado estar en mesa electoral. “En las grandes ciudades hay una persona encargada, aquí nosotros levantamos el teléfono y vamos comunicando y cuadrando la entrega de la notificación”.

Pero los secretarios-interventores de pequeños municipios no solo se enfrentan a la falta de personal, sino también al exceso de tareas. “A nosotros nos piden las mismas obligaciones y los mismos trámites administrativos que al ayuntamiento de Madrid, pero ellos tienen 10.000 funcionarios y en municipios como Titaguas hay tres: el secretario, el auxiliar y el alguacil”se queja Darijo. 

Calcula que el 65% de su tiempo cada día lo dedica a contestar requerimientos y enviar informes al Ministerio. “No se trata de que los eliminen, ni de que incumplamos la ley, pero no puede ser que tengan las mismas obligaciones un ayuntamiento con 40 millones de presupuestos que uno con 400.000 euros”, recalca Darijo que acumula más de treinta años de experiencia.