Diputado del PSOE por Valencia

José Luis Ábalos: "No son oportunas guerras internas ahora. Los movimientos serios tocan cuando tocan"

Lo ha sido casi todo en el PSOE. Ahora vive una de sus etapas de "repliegue" desde el Congreso de los Diputados, para el que ha sido reelegido.

Entrevista a José Luis Ábalos

F. Bustamante

Alfons Garcia

Alfons Garcia

Estuvo en la cumbre año y medio. Fue ministro de Transportes, secretario de Organización del PSOE y hombre de confianza de Pedro Sánchez, a quien ayudó a resistir cuando estaba enlo más bajo. De la noche a la mañana se quedó de diputado raso. Y ahí sigue, aunque ha recuperado visibilidad, entre Madrid y València: esperando el futuro como si pareciese que no le importara, aunque su voz cuenta.

¿Quién ha ganado las elecciones?

La sociedad española, porque ha hecho una apuesta por la democracia y el futuro. Me preocupaba vivir una involución en España y ha sido un no a una determinada forma de hacer política, a la crispación, al odio, a la soberbia y a esta prepotencia con que la derecha ha venido autoproclamándose mayoritaria.

Usted atribuye esos rasgos de crispación, odio y soberbia a la derecha, pero esta se los cuelga a Sánchez.

Yo es que tengo una gran experiencia como objeto del odio. La ultraderecha se ha adueñado de las redes y aquí no distingo la ultra de la derecha, porque lo único que ha hecho la ultraderecha es apostar más por la propaganda, que es el medio, porque proyecto no tienen otro, es el mismo que el de la derecha.

Más radicalizado, ¿no?

Depende. Cuando la ofensiva de la izquierda obliga a negociar más allá de lo que la derecha quiere es cuando surgen estos grupos fundamentalmente. Pero son los sicarios de la derecha y de hecho son de usar y tirar. Cuando ya no sean necesarios y se cumpla el objetivo del PP, que es reabsorber a sus hijos pródigos, este fenómeno habrá acabado. El problema de la derecha no es servirse de estos para hacer la parte sucia, es que ha comprado el discurso, el relato y la estrategia agitadora y activista de la ultraderecha. Por tanto, yo hablaría de un concepto de derecha radical. En este momento convergen ambas ahí. La prueba está en los acuerdos que han venido logrando. Creen que son su auxilio para llegar al poder y lo que deberían darse cuenta después de estos resultados es que son también su inconveniente para llegar al poder.

¿Todo eso por los pactos que se han visto después del 28M?

Todo lo que se ha producido después de las elecciones de mayo ha supuesto tal espanto y horror que ha generado esta movilización.

¿Atribuye el freno a Núñez Feijóo al miedo ultra?

No es miedo, es el rechazo a la involución y a esos estilos. Dice mucho del pueblo español.

¿Da por hecho entonces que Pedro Sánchez será presidente?

El problema del PP es su soledad. Lo que nadie quiere es la única muletilla de que puede disponer. Para un partido con vocación mayoritaria, eso es muy malo.

¿Y ello no es un problema para España, para la sociedad, para el futuro?

Claro, porque está también la soledad territorial. Al PP le sobran españoles. Está siempre invocando a España, pero debe ser una España como vacía, en alquiler.

Si miramos el mapa, el PP ha ganado en la mayoría de autonomías.

Me llaman mucho la atención estos mapas coloreados de azul. Parece que todo el mundo vota al PP y no. Hay sitios donde las diferencias son mínimas. Pero hay otros casos donde el PP es irrelevante, esos son los que llaman la atención. Nosotros podemos perder en Valencia, pero no somos poca cosa.

¿Es posible un acuerdo con el PP?

Hubiera sido deseado en la pandemia y el PP se ha negado. Los pactos de Estado siempre son buenos, pero si estamos hablando de pactos de gobernabilidad, es un debate falso. Prácticamente se han cargado el campo de juego y ahora no puedes decir pelillos a la mar. No pueden decir ‘que te vote Txapote’ y ahora querer gobernar con los votos de Txapote. Es indignante.

¿Al PSOE ahora le toca entenderse con Puigdemont?

No diría tanto, porque no es cuestión de que uno quiera gobernar, sino de si todos queremos que haya un gobierno con capacidad para dialogar y provocar entendimientos. No es un problema del PSOE, es de todos. Junts puede recuperar el papel de interlocutor. Otra cosa es que se quiera quemar a lo bonzo en plan nihilista, pero eso ya lo han probado y saben a qué va: a pérdida de espacio y relevancia. Es esa alternativa o elecciones. Todo lo demás son desvaríos de quien no asume la realidad.

Se demoniza a Bildu con aquello de filoetarras. ¿Hay que entenderse con ellos?

Oskar Matute nunca estuvo en ese ámbito. Hay gente que sí procede de HB, pero otros, no. También, qué hipocresía y qué cinismo invitar a insertarse en la institucionalidad democrática a un espacio político una parte del cual estaba en el terrorismo y, una vez participas, sacarte todos los días dónde has estado.

¿Por qué ha ido mal a los socialistas en el 28M y mejor en el 23J ?

Ahora los votantes tenían más elementos. Es difícil también escapar a un contexto de polarización y hooliganismo, donde además se establece un marco de primarias.

¿Ha ayudado aquel resultado para que se produjera el de ahora?

Sí, pero todo tiene matices. Si hubiera realmente una tendencia de cambio, que es lo que decía la derecha, no hubiera valido resultado alguno. Es lo que ocurrió en 2011, donde los primeros en pagar la ola fueron los municipios y las comunidades, y luego las generales confirmaron esa tendencia. Ahora había una fatiga del Gobierno y de la imagen del presidente, pero no se veía alternativa y la que se podía intuir, daba miedo. Esa es la diferencia.

¿El partido se ha equivocado en la gestión del gobierno de la Diputación de Valencia?

En el juego político la audacia cuenta mucho. La audacia es desafiar al destino. El final de la diputación se ha cumplido según lo que estaba escrito y creo que tendríamos que haber desafiado al destino y haber generado un conflicto, porque todo aquello que es fruto de un acuerdo espúreo merece ser puesto al descubierto.

¿Cree que había un acuerdo entre Jorge Rodríguez y el PP?

Totalmente. De hecho, todo fueron excusas, ganar tiempo.

Si existía el acuerdo era inevitable entonces el final.

Pero se les podía haber complicado. Cuando no puedes sacar lo que tú quieres, tienes que intentar que el otro no obtenga lo que quiera.

¿Se ha reconciliado con Pedro Sánchez?

Es que yo no me indispongo. Tengo 42 años de afiliación en el partido y tengo una cosa, que no soy sectario, algo que confunde a la gente, por tanto no tengo ningún resentimiento y comprendo mucho las situaciones de los líderes. Igual que estás, dejas de estar. ¿O solamente estamos para lo guay? Sí que me he comunicado con él y mantenemos una relación de propuestas.

¿En este tiempo ha podido saber por qué esa salida tan abrupta hace dos años?

Tengo algunas cuestiones personales que alguien ha usado y deformado. Afortunadamente casi nadie, salvo un medio, que está judicializado. Pero hay cuestiones que solamente puedes afrontar dejando un poco el espacio público, porque la política ya sabemos cómo es, nos hace muy vulnerables.

¿Se sigue reconociendo como sanchista?

Nunca he sido más que socialista. Ni romerista ni lermista... Nunca me gustó, porque es reducir a una persona, su capacidad crítica, su propia personalidad, para hacerlo gregario e instrumental. Y no soy socialista para acabar siendo eso. Cuando dejé de ser marxista ya no he querido ser ningún ‘ista’ más que socialista.

¿Abalista?

Me hace gracia. A la gente que se siente identificada conmigo siempre se lo he dicho: quien tiene vocación mayoritaria no puede reducirse a un apellido. Abalistas son mis hijos, que se llaman Ábalos.

¿Esas personas que se sienten identificadas con usted, dónde están hoy, con quién?

Estas etiquetas tienen sentido cuando se plantean disputas de poder interno. Yo no las he planteado desde que dejé de ser ministro. Antes estuve en todas, creo. No he querido interferir ni ser un obstáculo ni un problema, ni siquiera para la gente que estaba conmigo, para que nadie les pasara factura. Entonces es normal que gente que se podía identificar conmigo ha jugado cada uno a lo que ha querido en los procesos.

¿Y en este momento esa gente va a conformar algo con alguien?

Lo que veo es que después de lo que hemos sufrido, con una pérdida de poder institucional importante, la gente quiere reagruparse en torno a la esperanza. Y esta se concreta en torno a un discurso político, una alternativa y una comunicación. Cuando no tienes poder es política pura el espacio que queda.

¿Tiene alguna opinión sobre el hecho de que el secretario general, Ximo Puig, sea también presidente del grupo, senador territorial y se acoja al Estatuto de expresidentes?

Cada uno tiene su momento, y las posibilidades y oportunidades las juega como cree conveniente. No está haciendo nada que no pueda hacer. Ahora es momento de conseguir un gobierno progresista en España. Todo lo demás no es el momento. No solo porque no es oportuno, sino porque es inconveniente, porque nos distrae.

¿No son oportunas guerras contra Puig ahora?

Ni contra nadie. Este partido tiene los procesos muy claros y experimentados. Conformadas las instituciones vienen los procesos de reflexión y puesta al día de proyectos, equipos y liderazgos. No sé por qué hay que tener ningún afán. Yo en esta vida prisa no tengo ya.

¿Hay gente que se mueve ya?

Eso es normal, forma parte de nuestra vida, pero los movimientos serios tocan cuando tocan. De cualquier detalle ahora se intenta generar una interpretación.

Por ejemplo de su visibilidad en los últimos tiempos.

He tenido más tiempos en el repliegue que en la ofensiva, pero ordenados y serios, sin molestar.

¿La gente que se identifica con usted está ahora en un periodo de reflexión y no con ningún aspirante?

Hay gente que se incorporó en el equipo de Puig, otra en el de Carlos [Fernández Bielsa] y hay otros que no están en ningún equipo de nada, pero es que tampoco hay ahora en torno a qué posicionarse. No se ha convocado nada.

¿Qué le parece lo que va viendo del nuevo presidente Mazón?

Veo el neozaplanismo absoluto, sobre todo si además está contando con actores zaplanistas. Ha incorporado esa cultura política y a los personajes que dieron contenido a esa política. Luego está el caso del ayuntamiento. Es tremendo: cobrar como que haces para no hacer nada. Retribuciones sin delegaciones, solamente para que les apoyen, es comprar políticos con ingresos públicos.

Usted viene de familia taurina, ¿ahora, cómo ve eso de un torero vicepresidente?

No me han gustado las referencias a que fuera torero. No estigmatizaría algo que forma parte de nuestra tradición, y no quiere decir que lo defienda. No entraría en eso. Hay otros aspectos donde hay que poner la crítica política.

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