Quiero pensar

El incendio de Bejís avanza hacia Jérica y Viver.

El incendio de Bejís avanza hacia Jérica y Viver. / Levante-EMV

Enrique Moltó

Ya hace un año que tuvieron lugar los incendios forestales de Bejís y Vall d’Ebo y quiero pensar que algo ha cambiado, aunque no estoy muy seguro. 

Quiero creer que el hacer hincapié en la gestión agroforestal ha calado como la causa principal de todos los grandes incendios, sin olvidar las cada vez más desfavorables condiciones climáticas. 

Quiero pensar que las reuniones y encuentros que tuvimos con los múltiples agentes implicados y afectados por esa gestión, tanto en las administraciones públicas como entre los particulares, insistiendo en la recuperación del mosaico agroforestal mediterráneo y en la ruptura de la continuidad forestal, han tenido algún efecto. 

Quiero pensar que las incipientes acciones puestas en marcha por la administración valenciana saliente, como «Recupera-T Vall d’Ebo», pueden ser continuadas por la entrante, porque estas cosas deben estar por encima del partidismo. 

Quiero pensar en todo eso, pero me doy cuenta de que la primera acción de los nuevos gestores políticos de la Generalitat ante un día de calor extremo el 10 de agosto es cerrar a cal y canto todos los parque naturales hasta el 15 de agosto, aunque el riesgo de incendio era tan alto el 9 como el 11. Acción que hubieran criticado en los de antes pero que ellos han imitado, tal vez, no lo sé, porque los técnicos son los mismos. 

Como muestra de esta urbanita medida que genera descontento entre los que viven y trabajan en esos parques naturales, un amigo agricultor se quejaba amargamente de que le tuvieran sin hacer nada, tareas agrarias, pero también útiles para el mantenimiento del territorio, todos estos días, y no solo el 10, por el simple hecho de estar dentro del perímetro de protección de uno de estos parques. 

Yendo más allá, yo mismo me pregunto si realmente el peligro de incendio era más alto ese día que otro cualquiera del siempre seco verano y del impacto de rechazo hacia los parques entre la población por este tipo de medidas. 

De igual modo, escucho con asombro a una responsable política de mi municipio, frente a los «que lo prohíben todo» defender el paso de bicicletas por el monte porque «abren» sendas útiles en la extinción de incendios, ignorando que las bicicletas solo pueden pasar por sendas ya existentes. 

Muchas de las ayudas prometidas no han llegado o lo han hecho en poca medida, diluidas en esas macrocifras de millones de euros que son potenciales y que luego suponen solo un pellizco para el que las tiene que recibir, si cumple antes un montón de requisitos previos. 

Veo que seguimos matando moscas a cañonazos y confiando en que no haya una ignición de origen humano o natural que desencadene una nueva tragedia, pero que nos volveremos a esconder en el cambio climático y en las desfavorables condiciones ambientales cuando vuelva otro gran incendio, que volverá, y nos seguiremos olvidando de la gestión porque es menos lúcida que la extinción. No obstante, me muestro dispuesto a perseverar, no queda otra.