Especial Mancomunidades

Mancomunidades: la administración desconocida toma la palabra

Estas organizaciones locales territoriales, 26 en Valencia, superan las 4 décadas dando servicios y gestionando proyectos compartidos

Parque de Sant Vicent de Llíria

Parque de Sant Vicent de Llíria / Germán Caballero

J.L.G.

Hace justo un siglo, Ortega y Gasset incorporaba esta reflexión a su «España invertebrada», aquel intento de explicar este país: «No viven juntas las gentes sin más ni más y porque sí. Los grupos que integran un Estado viven juntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades. No conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo».

Hacer algo juntos. Esa podría ser la divisa de las mancomunidades: una comunidad de propósitos compartidos entre próximos que trasciende rivalidades vecinales y disputas de campanario.

Las mancomunidades son la gran desconocida de la administración local: un eslabón difuso, casi invisible, entre el ayuntamiento, la primera puerta para el ciudadano, y las más lejanas diputaciones. 

Estas organizaciones locales territoriales gozan de personalidad jurídica propia y están reconocidas por la ley de bases de régimen local de 1985. Se definen como asociaciones voluntarias de municipios que se constituyen para gestionar o ejecutar planes, realizar proyectos y obras o prestar servicios de su competencia a los ciudadanos. Es decir, que suman fuerzas para alcanzar de la mano aquellos objetivos que, por separado, no alcanzarían.

Esa es la definición fría, jurídica. Tras ella, hay mucho más. Es la capacidad de realizar proyectos de dinamización local o la garantía de prestar servicios esenciales, como la recogida de basuras, abaratando costes o agilizando plazos. Es decir, aseguran a sus ciudadanos la equidad en las oportunidades, se viva donde se vida.

«Pertenecer a la Mancomunidad como alcalde, es una oportunidad para que nuestros pueblos prosperen, para que nuestros vecinos tengan una mayor calidad de vida», explica Vicente Polo Burriel, alcalde de Chulilla y presidente de la Mancomunidad de la Serranía.

La comarca de los Serranos es una de las de menor densidad demográfica de la C. Valenciana, con problemas específicos ligados a la despoblación, la baja densidad y la distancia y dificultad para prestar servicio de un municipio a otro.

Realidades dispares

Obviamente, sus desafíos y oportunidades distan mucho de los que afectan a un área metropolitana densamente poblada, pero el espíritu es el mismo: «Las Mancomunidades son la unión de los municipios para ayudar en su día a día a los ayuntamientos y por tanto a toda la ciudadanía. Son unión, trabajo en equipo y trabajar juntos por objetivos comunes. Representa a una comarca de forma plural y participativa», contrapone José Cabanes, alcalde de Sedaví y presidente de la Mancomunitat de l´Horta Sud.

Puerto de Catarroja

Puerto de Catarroja / Pilar Olaya

Las mancomunidades ya cuenta con cierta tradición. Las más antiguas de la Comunitat Valenciana son previas incluso a l’Estatut de Autonomia, casi inmediatas a la constitución de los ayuntamientos democráticos, y ya han celebrado su cuarenta aniversario, como la Mancomunitat del Camp de Túria. 

En este momento existen 26 mancomunidades en la provincia de Valencia. Cada una, de diferente ámbito: algunas agrupan a municipios que comparten barrios, como la del Barrio del Cristo. Otras, abrazan el conjunto de municipios de una comarca de medio millón de habitantes, como l’Horta Sud. En algunos casos, atienden realidades ligadas a la despoblación y la falta de recursos, como la Serranía; en otros casos, abordan problemáticas ligadas al contexto metropolitano.

Primera ley, en 2018

Hace unos años, la Generalitat desarrolló la primera ley específica de mancomunidades para impulsar esta realidad territorial. Se pretendía realizar un reconocimiento potente de las mancomunidades comarcales, dentro de un proceso de descentralización administrativa de la Generalitat. La idea era capacitarlas para que gestionaran grandes programas dependientes de la Generalitat; oportunidades a los que los pequeños municipios difícilmente hubieran podido optar. Un ejemplo de ellos ha sido la contratación de técnicos para captar fondos europeos, que también se han incorporado a las mancomunidades.

Servicios de todo tipo

Las mancomunidades no se limitan a la recogida de basuras. El abanico es muy amplio y, obviamente, depende de las características de cada comarca. La Mancomunitat de Camp de Túria, por ejemplo, gestiona desde 2019 los Servicios Sociales de 8 de sus municipios más pequeños. Pero también han puesto a trabajar en red las agencias de empleo y desarrollo local para coordinar y complementar la oferta conjunta.