Roger Griffin: "La extrema derecha populista es una infección gradual de la democracia"

El historiador y experto en fascismo asegura que los partidos ultranacionalistas son una amenaza mayor que el totalitarismo porque "operan dentro del sistema"

Roger Griffin, en el centro cultural La Petxina, en la entrevista con Levante-EMV

Roger Griffin, en el centro cultural La Petxina, en la entrevista con Levante-EMV / Germán Caballero

Violeta Peraita

Violeta Peraita

Roger Griffin, historiador, politólogo y profesor emérito de la Universidad Oxford Brookes es experto en estudios sobre el fascismo. Viene a València para participar en un congreso sobre extrema derecha que organiza la Fundación 1 de mayo y Comisiones Obreras y cuenta que su primer contacto con el fascismo fue en una visita a Weimar, Alemania, cuando estaba con una beca estudiando alemán. «En un bosque lleno de árboles encontramos un roble grande y hermoso que me cautivó. Pero estaba en el campo de concentración de Buchenwald». En ese momento se encendió una bombilla en la mente de Griffin. «¿Cómo fue esto posible?».

Griffin empezó a leer literatura fascista para entender cómo pensaban los líderes de ideología fascista y se dio cuenta que todos los movimientos, vinieran del país que vinieran, tenían un patrón de pensamiento. «Cada fascista en cada nación estaba convencido de que la nación, la raza, el país estaba en decadencia, estaba convirtiéndose en inmoral, anárquico, descontorlado. Vieron una solución en un nacionalismo extremo y militarizado y en crear un orden, crear otro estado que solucionara los problemas de la modernidad». En común tenían el «ultranacionalismo y la esperanza de una nueva realidad, una regeneración, el nacimiento de una nueva nación», señala.

Roger Griffin, ayer en València

Roger Griffin, ayer en València / Germán Caballero

Sin embargo, mientras el fascismo «rompe con todo, se carga la democracia y las normas y crea algo nuevo», la extrema derecha, por contra, «actúa dentro del sistema democrático». Es lo que el llama «el ultranacionalismo palingenético», un concepto que él mismo acuñó y que hace referencia a la extrema derecha populista «que no mira al pasado, sino al futuro, pero quiere mantener esa esencia nacional». Rechaza que partidos de extrema derecha comoVox sean fascismo. Son populismo de extrema derecha.

«Españolismo purificado»

«Hay una gran diferencia entre partidos como Vox y el fascismo de Hitler, Franco o Mussolini. Estos personajes rompían el sistema, destruían la democracia para crear un estado nuevo y totalitario.Vox no quiere una nueva España, quiere una España democrática pero desliberalizada, más española, fuerte, sin la ‘decadencia’ que consideran los rasgos cosmopolita sociales, ni inmigración. Es como una versión purificada del españolismo dentro del sistema democrático».

"La extrema derecha está aterrorizada de que la ‘hispanidad’ se descomponga por avances sociales"

Por eso, advierte de que «la extrema derecha es más peligrosa que el fascismo y que el terrorismo porque juega con las reglas del sistema». Se mueve, dice, por miedo «a que la esencia, la identidad nacional se vea diluída y por eso se muestran en contra de la inmigración y la modernidad social y cultural. La derecha está aterrorizada de que la ‘hispanidad’ se descomponga por avances sociales como la identidad de género, la inmigración, la globalidad, en realidad. Están amenazando un rasgo existencial. Denota que se trata de gente insegura y neurótica». 

Roger Griffin, ayer

Roger Griffin, ayer / Germán Caballero

Pese a divulgar la xenofobia, el rascismo o la misoginia, la extrema derecha no es el fascismo. «Los fascistas impondrían las ideas y los populistas de derechas no imponen un sistema totalitario, usan la democracia». A la pregunta de si hay riesgo de llegar a fascismo si la extrema derecha populista tiene más y más poder institucional, Griffin responde que no. «No quieren crear un ejército e invadir Polonia, quieren España para los españoles porque todo reside en el miedo a perder esa esencia», señala. «No creo que tengamos que preocuparnos por el fascismo, pero sí por el populismo». ¿Por qué? Según Griffin, la extrema derecha debilita la democracia. El nazismo «es un ataque al corazón» pero la extrema derecha «es una enfermedad degenerativa», «hay peligro de que la democracia se vuelva ‘esclerótica’. Es una infección gradual, como la polución en el aire. Es todo igual en el sistema pero distinto, y eso atemoriza más porque de repente la realidad que conoces cambia. Y lo hace sin que te des cuenta». 

La causa de su auge es el miedo a perder la identidad

¿El capitalismo ha influido en el auge de los partidos de extrema derecha en distintos puntos del mundo? Dice Griffin que «el neoliberalismo destruye las instituciones del estado y empobrece la asistencia social, refuerza la guerra contra la izquierda pero no es este sistema la causa del auge de la extrema derecha, que crece por el miedo a perder la identidad», señala. Como ejemplo, señala que la mentalidad populista de extrema derecha piensa que los extranjeros «no pertenecen a España». «No van a matarlos, ni a hacer un genocidio pero no los quieren en su país».

El experto en fascismo, Roger Griffin, ayer en València

El experto en fascismo, Roger Griffin, ayer en València / Germán Caballero

¿Cómo se puede minimizar el auge de estos partidos? «La izquierda tiene que calibrar ese miedo y extender la idea de que hay que abrazar a todo humano venga de donde venga, que eso está por encima de la identidad y para eso necesitas hacer política, hacer pedagogía en los medios de comunicación, educar en valores. Movilizar a la izquierda. Hay más gente de izquierdas que de derechas, necesita movilizarla. Si eres una madre soltera precaria, en realidad eres parte de la solución porque sufres las consecuencias de ese neoliberalismo». 

Educar en derechos humanos

Usar en exceso la palabra «fascista» para referirte a la extrema derecha bloquea la movilización. «Demonizar ala derecha no es el camino. Esta gente no es diabólica, son idealistas pero bajo el mito del españolismo y eso es lo peligroso. Nos tenemos que tratar todos como humanos y no evocar los fantasmas del franquismo o la Guerra Civil, sino educar en que los derechos humanos están por encima de la identidad». 

Suscríbete para seguir leyendo