Cataluña como señal

La sequía se agrava en España sin visos de lluvia y con embalses. en niveles agónicos

La sequía se agrava en España sin visos de lluvia y con embalses. en niveles agónicos / Levante-EMV

Jorge Olcina

Llevamos dos años de lluvias claramente por debajo de lo normal en gran parte de nuestro país. El problema de la sequía es que su señal de aviso es débil. Y si llueve durante unos días, unas semanas, la presión se relaja y llega a olvidarse que las reservas de agua disponibles atraviesan un período de anomalía. Ahora toca a Cataluña; hace unos meses la coyuntura era más delicada en Andalucía, pero las lluvias recogidas en los últimos dos meses, parecen haber rebajado la tensión. Pero la situación sigue siendo en Andalucía igual de delicada. Pero ahora el foco está puesto en Cataluña. El litoral mediterráneo en su conjunto atraviesa uno de los otoños más secos de los últimos treinta años. Las frecuentes circulaciones del oeste han ido agravando el descenso de recursos hídricos disponibles. Las cuencas del Júcar y Segura han podido vivir de las rentas de una primavera de 2022 excepcionalmente lluviosa. Pero el crédito ya se ha agotado también. Cataluña no se benefició de esas lluvias y desde 2021 vive una pérdida constante de recursos pluviométricos y de reservas de agua. Antes de verano se aplicaron las primeras medidas de restricción y ahora se intensifican. La posibilidad de volver a vivir una situación como la que se vivió en Cataluña en 2008, resulta indignante. A diferencia de entonces, hay ahora una macrodesaladora en El Prat. Pero Cataluña es una señal de lo que falta por trabajar en materia de planificación hídrica en el conjunto de España. Pensar que el área metropolitana de Barcelona tenga que abastecerse en los próximos meses con barcos-cisterna debería abochornarnos. Ahora volveremos a escuchar el brindis al sol del trasvase desde el Ródano. Cuando la solución es más sencilla. Falta por hacer la renovación de las estaciones depuradoras para mejorar la calidad de las aguas, falta hacer la conexión desde las depuradoras a los campos de cultivo próximos, falta la construcción de varias desaladoras más en la costa mediterránea, falta activar sistemas de compensación de agua y precios entre la ciudad y el campo. En el actual contexto de cambio climático la irregularidad de las lluvias va a más. Y necesita respuestas viables -no utópicas- desde la administración para garantizar la seguridad hídrica de los ciudadanos y de los agricultores. Parece que desde 2008, hemos avanzado poco. No es un problema de Cataluña, es un problema del conjunto del país.