¿De qué color es el cielo?

El cielo lo percibimos azul porque nuestros ojos captan mejor ese color que el violeta.

El cielo lo percibimos azul porque nuestros ojos captan mejor ese color que el violeta. / Levante-EMV

Natacha Payá

Todos, o casi todos, nos hemos preguntado por qué el cielo es de color azul. La respuesta siempre ha sido que tiene que ver con la dispersión de la luz solar por las moléculas del aire. Esa es la razón, pero, a priori, nos puede costar entenderlo.

Uno de los principales factores que influyen en el color del cielo es la composición de la atmósfera. Básicamente, el aire está formado por nitrógeno, oxígeno y por otros gases. Todos ellos son los que interactúan con la luz solar y modifican su trayectoria. Si esto es correcto, ¿por qué no vemos el cielo de color violeta? Aquí se lo explico, después de hacer un artículo similar para Meteored.

Toda la vida hemos observado el cielo y lo hemos visto azul. Sí, hay veces que está gris porque está a punto de llover o está rojo porque el Sol ilumina la base de las nubes altas, pero, por lo general, afirmamos que el cielo es azul. Ahora bien, el violeta es el color con menor longitud de onda, por lo que deberíamos ver el cielo de ese color.

Para asimilar por qué nuestro ojo ve el color azul, primero hay que entender cómo funciona la dispersión de la luz en nuestra atmósfera. La luz blanca del Sol está compuesta por una variedad de colores que forman el espectro electromagnético. Sería algo parecido a cuando la luz solar da directamente a un prisma de cristal dentro de una habitación y vemos todos los colores del arcoíris separados.

Básicamente, esto sería la dispersión y como resultado de ella, las longitudes de onda más cortas son las que se dispersan ampliamente en todas las direcciones. En este caso sería el color violeta, sin embargo, es nuestro ojo quien decide captar el color azul y no el violeta.

Nuestros ojos están formados por dos tipos de células fotorreceptoras conocidas como bastones y conos. Las del primer tipo, los bastones, son las encargadas de la visión nocturna y de ver en blanco y negro. Luego, los conos se dividen en tres tipos, según la longitud de onda a la que son más sensibles: el rojo, el verde y el azul.

Lo más frecuente es que el ser humano sea «tricromático», así se dice, capaz de ver todas las combinaciones resultantes de los tres colores primarios. Y aquí estaría la respuesta: aunque sea el violeta el color que más fácilmente se disperse, nuestro cono es más receptivo a la longitud de onda azul. Por esta razón, nuestros ojos captan el azul y el violeta lo omiten. Curioso, ¿verdad?