Dependemos de la lluvia

En un período de sequía como el actual, las desaladoras y depuradoras son elementos fundamentales.. / Información
Jorge Olcina
Hace unos días en una entrevista me preguntaban sobre el problema de agua que se está viviendo en algunas regiones de España (Cataluña y Andalucía) y que amenaza con extenderse a otras en las próximas semanas (C. Valenciana, Murcia). Surge de inmediato la cuestión de los trasvases. Con más trasvases se acababa el problema, me comentan. Les comento que la planificación del agua en nuestro país ha sido siempre muy dependiente de la lluvia y ha primado la oferta continua de agua frente a la eficiencia en la gestión del gasto.
Ahora, cuando la situación es ya muy delicada en Cataluña y se pone en cuestión, de nuevo, el abastecimiento de una gran ciudad como Barcelona, resurge la idea de un trasvase desde el río Ebro. Incluso se abre la puerta a que se lleve a cabo en los próximos meses como medida de emergencia. Les confieso que lo veo muy poco probable. Y que esto abriría la puerta a que otras regiones del mediterráneo español reclamasen la traída de aguas de Ebro a sus territorios que ya se había planteado en 2001.
El problema es que llevamos años sin invertir en mejora de la depuración de aguas, en la construcción de depósitos de almacenamiento y de las conducciones necesarias para llevar agua desde las depuradoras a los campos de cultivo próximos. Y seguramente vamos a tener que poner en marcha alguna desaladora más en Cataluña para garantizar abastecimientos urbanos y agrarios en situaciones de emergencia.
Recuerdo de nuevo el dato del agua que se depura en España (4.000 hectómetros cúbicos al año) y la que se está reutilizando (apenas 500 hectómetros cúbicos al año). En el contexto de cambio climático que vivimos, con precipitaciones más irregulares, seguir basando la planificación del agua básicamente en las condiciones atmosféricas, en la lluvia, es un error. Existen otros recursos que debemos incorporar de forma urgente al esquema de abastecimiento de agua, especialmente en regiones con umbral de sequía tan sensible como las mencionadas con anterioridad. Las áreas urbanas se convierten en zonas «productoras» de agua para el campo próximo garantizando su gasto, especialmente en momentos de aguda sequía. Salvaremos esta situación de sequía, con mayor o menor impacto; pero en pocos años volveremos a lo mismo si no cambiamos de una vez la manera de planificar agua en nuestro país.
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